2/9/25

Poema de Samuel Amaya

  


Dios sabe que hice arder mi cuerpo

que ardieron los changos del azúcar

los que cambiaron las pilas de mi corazón

que ardió mi papá y su deseo

de que yo fuera el hombre más macho del barrio.

Dios sabe que ardieron las caricias

que recibía a los dieciocho en la oscuridad

las que me daban a cambio de que

abriera mi cuerpo como un paraguas.

Allí, en el fuego, también se fueron

las plegarias viejas donde le pedía

a Dios que sacara de mí la velocidad

de mi deseo y la sed de mis venas.

Ahora entiendo que todo debe arder

que si me enciendo de nuevo

la ceniza sembrará la tierra

y Dios me verá, nuevamente, crear el cuerpo.

 

© Samuel Amaya

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Poema de Cintia Eleonora Ceballos

 


¿Cuántas veces dije pájaro

leí la palabra pájaro

y oí pájaros

desde que me levanté?

 

Mi madre me llama

y un coro de gorriones la secunda siempre,

habla cerca de la ventana, cerca de ellos.

Brisa también los oye

porque el celular está en altavoz,

comienza a cantar como un benteveo

y vuela a mi alrededor,

hablamos todos: mamá, gorriones,

Brisa-benteveo

y yo.

¿Cuántas veces leí pájaros en un texto

apenas hoy?

¿Qué me dicen los pájaros,

qué quiero que me digan,

qué les digo yo en este diálogo?

 

Salgo al patio, relleno la fuente donde siempre beben

y pienso:

son libres de no volver

pero vuelven.

Soy libre de no quedarme y me quedo,

en esta casa mayor, ante todo,

que es la nuestra,

esta casa que arde, se desborda y aquieta

y aún no nos expulsa por completo,

parece que quisiera

hacernos entender

que la primera libertad posible

es comprenderlo.

 

© Cintia Eleonora Ceballos

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Poema de Luis Pabón

 


Entre esquizofrenia y blues

                           

Yo lo amé

Amé cada parte de su cuerpo

Amé sus locuras, su esquizofrenia, sus miedos

amé sus ojos temblorosos 

con mirada niño perdido

Yo lo veía sentarse en el rincón por miedo a la bulla

A los gritos

A las risas que dañan de los otros

Yo lo amé como se aman las cosas IMPOSIBLES

Las cosas que sabes que están rotas

En mi rebeldía lo amé con todos sus puntos suspensivos

Verlo era ir cociendo uno a unos sus pedazos

 amé en él lo que reflejaba de mi

Lo que ocultaba de mí

Lo que callaba de mí

Me miraba fijamente sin espabilar

Intentado descifrarme

Encontrar en ellos (en mis ojos)

eso que lo embrujaba

y caía rendido en mi pecho

vencido en sus imposibilidades

a veces sus ojos se volvían fuego

y yo lo invitaba a bailar un blues

para calmarlo

para encontrarlo

para intentar salvarlo

Para que no vieras mis miedos

Yo lo amé sin arrepentimientos

Como aman los locos.

 

© Luis Pabón

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Poema de Natalia Schapiro

 


Cuidar una madre enferma

autorizar órdenes comprar remedios

infinitos huecos que tapar.

Llegó el calor y necesita un short para dormir

vaso de acrílico y sorbete

porque la caída del vaso de vidrio

el alma ahí

en mil trozos en el piso

es demasiada amargura por juntar.

 

© Natalia Schapiro

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Poema de Olga Liliana Reinoso

 


La luna es un violín

que suena en la oscuridad.

Se otoña en el espejo

como un ángel corrupto.

Pobre muñeca sin luz.

 

© Olga Liliana Reinoso

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31/8/25

Homenaje a ALFREDO MORELLI en su fallecimiento

 Me entero del fallecimiento de Alfredo. Un gran tipo, poeta de perfil bajo que nos acompañó hace un tiempo en Mispoetas, y estuvo poco tiempo. Un gran tipo reitero, amable y respetuoso. Una pena su partida.

Abz a sus familiares y amiges, Gus.


 

Un respingo enarca en horizonte hueco

la espalda que le atrasa

le huelga la falda

le tuerce el vientre exento de convenios.

 

Ni contorno margen planea en sus costillas

corroe las crestas de su calcio

le hunde en la camisa sombras aserradas

le declina el pan ausente.

 

Tripas en declive encrespan su costado

se entronan, le aprietan el volumen

en caries de a montones.

 

Tanto adelanta la panza, hasta retractarse.

 

Espeluzna pelo a pelo

un recorrido erizado de urticaria.

 

Esa mujer alguna vez ha comido.

Ahora, una hambruna torva

le cuela el miedo.

 

© Alfredo Morelli


 

ese vendaval secó el río

como si quisiera,

con sus manos de operaria,

estrangular la última gota de planicie.

retorció su lecho

con justeza lavandera,

imperioso escurrir mamelucos de meandros,

ahínco de brazos

roja la conciencia

ese vendaval puso el cauce en la cima de las piedras

boca abajo el río, arena de lágrimas,

perdió lo más hondo de su agua

tendido al sol como un lagarto desparejo

optó por secarse el llanto

para que no le sufrieran:

su lejía arremangada

su jabón gerente

el enjuague de su mueca

para suavizar la esperanza.

 

© Alfredo Morelli

 

Alfredo Darío Morelli. Nací en el '61 en Córdoba (Capital). Estudié Prof. de Ed. Física, Informática Aplicada, Bibliotecología, y algunas cosas mas. Soy Docente. Toco saxofón y flauta traversa en la banda de rock "La Clave Peste". Me arriesgo con los poemas, pero fundamentalmente, leo mucho y escucho horas y horas de música.

(Biografía extraída del blog, no actualizada)

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30/8/25

Poema de Lucas Margarit

  



Juan Carlos Distéfano en el MNBA

  

cómo atrapar a un hombre

que ya está atrapado y

atarlo con las mismas sogas que lo sostienen.

 

dónde está el agua que salva,

dónde el grito que se apaga en cada oscuridad y en cada río que pasa

 

volver la cabeza

y encontrar entre la ceniza

los vestigios de un cuerpo que se paraliza

 

atrapar a un hombre que sufre y diseminar su plegaria

aunque ya no haya salvación

 

© Lucas Margarit

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Poema de Susana Szwarc

 

¿Hacia dónde?   

 

Ningún nanómetro alcanzaría para cifrar la  distracción.

Árboles. La caída de otro nido sobre la vereda. El fragmento

del nido sobre una rama. La hija que fotografía el nido.

Un cuadro: eso habrá de hacer, enmarcarse, enmarcarlo.

La madre atrasa las escaleras. Se ha trepado y salta

                 hasta aquí: canta.

Canta una melodía a su antojo.  Me sigue me sigue,

la melodía está en mis pies.

(Huyamos: distraídas completamente saldremos

de ese trazo).

 

Que venga el tasador, que tase la distracción.

Sin herramientas (¿dirá?) y  el cielo es celeste.

El cielo es el techo,  reclamo mi parte,

la parte que tiraste, distraída no encuentro ni una sobra, 

distraída me alejo y me acerco. Es en la hamaca donde

se destina el recorrido. No se agota,  no se agota ni más

ni menos que vos en tu anemia, en tu ayuno.

 

© Susana Szwarc

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Poema de Daniela Camozzi

  


La de hoy a la de hace veinticinco años


Late como luz,

fulgura y es interrogante puro

Irene Gruss

 

Te pensé en el cristal

verde de mi escritorio

y ese destello te hizo

venir hasta acá.

Recién volviste

de Chile y ya la línea

de tu cuerpo

te delata: no hay

armazón que soporte

tantas noches de farsa.

Del viaje, lo mejor

fue Isla Negra,

pronuncio y quiero

seguir, pero me aterra

que te espantes.

Mejor contame vos

de aquel vidrio turquesa

junto al mar y tan rojo

del lado de la tierra.

Pero te disolvés,

un latido, una luz,

y no queda tiempo

para otra historia.

Solo llego a gritar:

no te distraigas,

por favor, no,

en los deseos ajenos.

 

© Daniela Camozzi

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Poema de Alexandra Jamieson

 


entretiempo

desayunar

dormir siesta

oír música

ordenar los cubiertos

lavarme el pelo

pasear al perro

lavar ropa

colgarla

sacar la basura

ni leer

ni escribir ni crear

sólo lo automático

hasta que pueda

lo demás

 

© Alexandra Jamieson

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Poema de Alejandro Cesario

 


Entre Esquel y El Maitén. 

En los altos 

 

Ruedas que chillan

de espaldas a la catedral.

 

Piel amoratada que trepa

por el portillo,

 

padre que chupa del vaso recortado,

tiembla, resbala,

 

entre hipo e hipo

me saluda,

sin oficio me sonríe

-¡salud, hermanito! -me dice.

 

Carro que acuna a las criaturas

sube por la huella cacariza.

 

Miradas fijas sobre las montañas.

 

Costra, mugre.

 

Frambuesas que brillan

bajo el cielo índigo.

 

© Alejandro Cesario

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29/8/25

Poema de José Luis Frasinetti

 


Pausas al anochecer

 

Anochece.

Mi abuela enciende su lámpara a querosén.

Toda la siesta ha bordado

florcitas de su aldea,

el vitraux de la Madonna di Loretto.

Es invierno

y, en sus cabellos blancos,

el viento estremece la nieve de otros días.

Percibo sus pasos hacia el poema.

Y, entre una estrofa y otra,

hago una pausa para evocar sus ojos.

 

© José Luis Frascinetti

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Poema de Paulina Juszko

 

 

Una pequeña tibieza

una pata lanuda

patapatita

un leve contacto que disuade

                                   adormece

                                   retiene

al borde del despeñadero

               de la rodada cuesta abajo

encerrando  las secas raíces del ayer

                    las rocas filosas del mañana

en un paréntesis

por hoy.

Y hoy talveztalvez  

no pierda pie

no me venga abajo

no me desmorone

como tantas veces.

 

© Paulina Juszko

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Poema de Sergio Morán

 

dislocado

persigo la noche

tu beso flota en el aire

como un canto blando

mis manos se vuelcan en tu pecho

contornos

colores

tienen la agilidad del viento de agosto

el habitante infinito de tu voz

 

© Sergio Morán

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Poema de Silvia Rodríguez Ares

 


Invierno

 

Levanto la persiana.

Escribo en el cuaderno azul

con luz de día

palabras que no llegan

a cubrirme.

Es otoño. Tengo frío.

Anuncian lluvias para el martes.

En la pantalla,

leo versos del poeta palestino

Zakaria Mohammed

que confirman el inicio del invierno.

El amor es una hormiga

sobre una rama.

La rama está en la mano de un niño.

Mis dedos tocan

el papel,

se aferran

al renglón vacío.

Incesantemente

él voltea la rama.

La hormiga no tiene

esperanza de llegar.

Cierro el cuaderno.

Desactivo el celular, lo guardo

en un rincón de la cartera.

Aún me queda

la mañana por delante.

 

© Silvia Rodríguez Ares

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