25/1/25

Poema de Corina Iglesias

 


Las alas de los pájaros y las cascaras

de cebolla, comparten anatomía.

 

Lo descubrimos al soñarnos

de ojos abiertos bajo los cultivos.

 

Con el filo del cuchillo las desprendemos,

las acomodamos en fila sobre la tabla.

 

Dicen que aburrimos la muerte y yo, pero esta tarde

podemos intentar no ser tan trágicas.

 

Las alas de los pájaros y las cáscaras

de cebolla, decoran la casa.

 

© Corina Iglesias

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Poema de Alejandro Méndez Casariego

 


Cuando baje la marea

se podrá ver

de que está compuesta la resaca,

cómo distribuyó el oleaje

las piedras y conchillas

cuántos peces y moluscos

no fueron capaces de sobrevivir,

cuántas algas, débiles de raíz

se desprendieron en el primer tumulto.

 

Si queda algún residuo

de castillos o nombres o símbolos astrales,

si algún cadáver

de antiguas guerras llegó

finalmente, a destino;

si se hace visible, en la arena,

algún hueso

personal o indistinto.

 

© Alejandro Méndez Casariego

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Poema de Alicia Márquez

 


LA LLAVE

 

Son dos. Viven a la vuelta.

En una casa abandonada,

en una triste casa abandonada.

En una casa tapiada a la vida,

gris, de tan sola.

Caminan, a veces una, a veces otra,

por el barrio.

Se sientan en los zaguanes a discutir con el aire,

a revolver bolsas eternas,

llenas de otras bolsas y de papeles.

Son parte del paisaje cotidiano

con sus camperas gastadas y su gesto

impaciente.

Pero un día, una de ellas, de ceño fruncido

y enojo volcánico, me exigió a los gritos

que devolviera la llave.

Traté de calmarla, mañana, dije, enseguida,

dije, bueno, dije. Aterrada, le dije. Lo que me salía,

le dije.

Ella me miró y aseguró que si no la devolvía

se iba a cometer un asesinato.

Y entonces la vi. Por primera vez la vi.

Ya no era parte del paisaje. Era una hermosa

mujer de ojos claros, perdida y rota.

¿Qué llave querría? ¿La de alguna casa remota?

¿La de la cordura? ¿La del paraíso?

¿La de la risa, para su gesto amargo?

¿Quién la lastimó tanto? ¿Quién le arrancó la llave?

 

© Alicia Márquez

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Poema de Daniel Arias

 

 

Digo nosotros,

los que atravesamos la tempestad

día por día, segundo a segundo

y los hombres llenos de dolor

y las mujeres con duras ilusiones

a caballo del miedo con la espada

del hambre y el escudo de la resignación.

Tomados de la mano fuimos marcados

por la crueldad interminable de los verdugos

cuando reclamamos el pan a nuestros hijos.

 

Digo nosotros,

los que creímos en el instante y en el triunfo

los que decimos tierra y es nuestra,

decimos ustedes y somos nosotros también,

cantamos cada amanecer con la sal del sudor,

la música de la máquina, el olor de la madera,

la mirada fija en el camino y la palabra

nosotros sobre los hombros.

 

Digo nosotros, los que hacemos

brazo con brazo, mano con mano,

el sueño de una patria libre para todos.

 

© Daniel Arias

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Poema de Claudia Bakún

 


Por primera vez 

 

Todo por primera vez es lento y asombroso

Lento como el comienzo de lo que no se conoce

Como la sensación que entra sin que sepamos qué le va a seguir

Lento, como el fotograma que sucede al anterior en una película que se ve por primera vez sin tener noticias del argumento

Lento y salvaje como todo lo que se inaugura en el hacer sin mapas, -un viaje - el amor - el próximo acompañante en el asiento de al lado - el freno súbito de la rueda

Lento como el conocimiento que se va dando entre dos desconocidos

Como la fundación de las ciudades que llevan más de un nombre en su génesis

Como empezar a entender el idioma del recién nacido húmedo que es el hijo al que apenas se conoce personalmente

Lenta y asombrosa incertidumbre desplegada en encuentro

Un santo decir sí

Un ir a donde no sabes por donde no sabes

Las primeras veces, así, como el ponerse en pie de un cervatillo recién alumbrado

Desplegar las patas finitas y endebles

Y echarse a andar

 

© Claudia Bakún

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24/1/25

Texto de Patricio Emilio Torne

 


RACHAS

Esos días donde las cosas, más que nunca, se ven atraídas por la fuerza de gravedad, y se nos van de las manos, estallan contra la dureza que les devora las formas. De algún modo, ellas provocan su final. Empieza con un vaso, le sigue un plato; una taza del juego que te regalaron y vos nunca usabas; un objeto de cerámica que hasta ese momento no significaba nada. Ni el clima, ni las estaciones tienen que ver con esto, es como si un maleficio despierta de repente y todo se desencadena. El tacho de basura espera sus restos como una fosa común. La lámpara del baño, y a esa, otra de la cocina, hasta que vos no querés prender ninguna por miedo a quedarte a oscuras para siempre. Así enero, y esos seres amados que fueron partiendo. Huecos que la memoria no alcanza a rellenar, Uno sabe que lo de ellos es definitivo, no te sale pensar qué energía, música, o frecuencia se los lleva, y termina repitiendo frases hechas. Entonces viene ese dolor mudo y ciego que te queda en el cuerpo sin permitirte dejarlos descansar en paz. Uno, como puede, se abraza a ellos e inventa modos de celebrarlos, porque sabe que la tristeza no ha de servir para nada.

 

© Patricio Emilio Torne

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Poema de Josefina Bravo

 


CABALLO DE LUZ

 

I.


Se esconde el sol bajo

                  la tierra.

¿Vendrás por mí esta noche? Tu trote, lejano.

Relincha,

              se abalanza sobre tus patas traseras.

 

Voy a tomar las riendas.

 

                                     Te huelo,

                                              me olés,

        mismo calibre.

 

Ya sin miedo,

voy a exigirte cabalgar hasta que no te queden fuerzas.

 

Rebenque,

               cruel,

                     hasta en carne viva.

 

Sin piedad, te espero, con el sol en las manos.

 

© Josefina Bravo

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Poema de Carlos Norberto Carbone

 

 

AGUA

 

El agua

ese otro animal que me habita

                              sostiene el vértigo.

 

Mis manos grandes

como el desamparo

atraviesan un puerto infinito.

 

Escribo

para sostener mi boca

y no acallar nada detrás

                              de la infame puerta.

 

Agua

grande

como el dedo de Dios.

LOS OJOS DE DIOS

 

Me preguntaron

¿De qué color son los ojos de Dios?

 

Dicen que son azules

como la huella de un pez.

 

Otros dicen que son rojos

Como la piel del mundo.

 

Algunos que son grises

Como la espalda de los vencidos.

 

O verdes

Como el vuelo de las mariposas.

 

O negros

Como un túnel del cual nunca se saldrá.

 

Tal vez sean blancos

Como la fe en los relojes muertos.

 

© Carlos Norberto Carbone

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Poema de Analía Florio

 


Instrucciones para cuando pase el viento 

 

Cuando se rinda el viento

habrá que acercarse al pasto

despacio y en cuclillas

disponer las manos

en posición de caricia

para levantar del jardín

todos los restos.

Pétalos de Santa Rita

desparramados en plegarias

uno a uno en ceremonia

el lirio herido como un pájaro

los racimos de glicinas

y del jazmín el aroma.

Es necesario ahuecar

la palma de las manos

para amparar allí las alhajas caídas

llevarlas al corazón

abierto

aunque sangre.

Recién entonces

respirar muy hondo

hasta escuchar

como late otra vez la belleza.    

 

© Analía Florio

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Poema de Nancy Montemurro

 


CORONITA DE REINA 

 

Teníamos en el fondo de la casa

un jazmín chino de primavera,

sus ramas colgaban                                                   

arqueadas, repletas

de florcitas amarillas.

Con dos varas se podía

enlazar una corona.

En la frescura de las tardes,                      

tantas veces

mamá me coronó,

sin que tuviera importancia

en esa ceremonia

ser la princesa o la reina,

ya que el maravilloso gesto

de su mano en mi cabeza

era suficiente

para sentirme

por ella, bien amada.

 

© Nancy Montemurro

Foto enviada por la autora del poema

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Poema de Carlos Morteo

 

 

Lo que no se ve

 

la huella de unos dolores

es la sangre que queda en ese banco

los amores no dejan ningún vestigio en esa plaza

              sus pisadas quedan en los versos

las sangradas    los huesos rotos

             son heridas entendibles   expuestas

la plaza no habla de lo que no ve

no tiene tiempo de limitarse en conjeturas

da cobijo a los desamores

       en las frondas oscuras de los árboles

       sabe que en su auxilio llegarán los versos

deja que se muestren el amor

             de las madres y los niños

             de los noviazgos

             de los perros por correr y ladrar

             del espacio

             de las protestas y sus gritos desesperados

pero no puede enseñar lo que no ve

             y entrega sus bancos

 

© Carlos Morteo

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Poema de Gladys Cepeda

 


RANDONAUTICA 


                        A Néstor Perlongher


noche

afuera una metrópolis

de ventanas

con formas de serpiente

su cabeza como la tuya

incesante testigo

sienten la trampa

por urgencias en gritos

seguimos preguntando

¿qué es el presente?

¿un cementerio

tallado por rumores

con marcha fúnebre

detenida en el tiempo?

 

© Gladys Cepeda

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Poema de Cristian Jesús Gentile

 


Asistes como cada noche. No dices nada. Te apoderas del aire en mi memoria. Tus dioses no me quieren.

 

© Cristian Jesús Gentile

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Poema de María Elena Gómez Link

 


VOCES

 

La fragancia urdida en el tiempo

en los símbolos constantes

enumerando

parafraseando voces.

 

 Nombran

borran

hunden

 

Juntándose en un todo triangular:

La voz emite

uno que escucha

el tercero que oye lo del segundo

nunca al primero.

 

Se desvirtúa como colores mezclados

¿Dónde está el celeste? ¿el rojo?

 

Así es de mañana con el saludo

alguien que no responde;

palabras y buenos deseos dichos al aire.

 

¿Dónde van?

¿Dónde queda ese buen gesto?

¿y el resto del resto?

 

Melodías absurdas

circundan en la atmósfera

revés de hipocresía barata.

 

Hay van los mundos

chocando en el tiempo

bajados de sus tronos

sucumbiendo al olvido

despellejados por la arrogancia

y lo húmedo de lo nuevo.

 

Quedaron rotos los amaneceres

el disco de la púa

un canto de antaño

el mueble de la abuela.

 

Nosotros que somos tantos

y tan pocos

el símbolo que nos nombra

enumera

nos pone comillas, paréntesis, corchetes.

Puntos suspensivos para lo que vendrá

luego se cae el renglón,

no hay palabras sólo voces enclaustradas.

 

© María Elena Gómez Link

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Poema de Mónica Analía Ortiz

  


Siento a la oscuridad trepar por mis piernas

tomarme por completo.

Mi oscuridad llena los espacios en los que habito

se apodera del silencio y de las rosas.

Arraiga tan profundo , junto a los recuerdos.

No quiero irme

quiero disfrutar de este día gris.

 

© Mónica Analía Ortiz

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