11/12/19

Poema de Alicia Salinas





La casa de tela

Quienes se quejan de levantarse temprano
deberían probar el silencio:
nunca se sabe si hay un insomne
enfrente de una palabra vacua.

Una mujer y un hombre miran durante años
la bovedilla del cielo raso; comienza negro
y a medida que la noche desfallece
se integra a su color verdadero
como en una secuencia impresionista.

Ella siente su cuerpo tan pesado,
tan al borde del colapso, que no puede
traducir la inexistencia de la luz.
Sueña con dormir mientras trasiega
el mundo, el ojo clavado en el doblez
de un techo que se ha ido poniendo
bajo y grácil, tan cruel como un pañuelo.


© Alicia Salinas

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