Gladys Cepeda comparte a Puzzo/Marrero/Forché
HABIA HABLADO LA SOMBRA
Más allá o más cerca
La palabra nunca, abrazó la oscuridad que de ella se
desprendía.
Hay que beber del agua negra
Para colmar la hora vacía- dijo
Los higos maduros cayeron de la higuera
Hay que nutrir el bello espejo
Estalló en sílabas el silencio.
© Mariela Puzzo
ALGORITMO
Ritmo, algo aprendí al observarlo
ya no soy uno ni mil millones
existiendo para no vivir
solamente mediante heredades y publicidades
hay como un misterio
entre Agatha Christie y Ray Bradbury:
burbujas de oro flotan
en el caldo
como expiaciones de gallina fumando
Hay que quemar ya mismo todo,
todo lo proveniente del castillo
-sin aquellos muros se verá al ver-,
desterrar a Atenas
al lugar donde nació
Hay que bajar los cuadros
definitivamente,
desnudar al árbol
de sus hojas de acero,
atropellar la corte
y por siempre
antes que el mundo nos agarre
y no lo soltemos más.
© Osvaldo Marrero
El último títere
Luz de luna golpea la choza del titiritero suavemente, la
punta de un pincel
tocando cuero, luz cayendo al agua desde las alas de una
garceta
como lágrimas sobre vidrio. Piedras empolvadas con ceniza.
Golpea como si alguien estuviera ahí,
intentando despertarnos. Una campana repicando en una tumba
de nube.
Estos escombros son la casa del titiritero, tomada por un
viento repentino.
Una tormenta como el futuro, llena de cerdos, árboles,
carros, y algo
que nadie debería querer ver. Fuegos en el fondo del mar.
Clima quemado.
El aire que alguna vez fue sueva embalsamado en sal. Como si
Dios lo hubiese dicho.
Matan a la serpiente, drenan su sangre en un vaso de licor
junto con su corazón aún latiente. No todo el mundo hace
esto.
Lo bebes, y luego masticas y masticas el fuerte músculo de
serpiente.
En otro lugar, se sirve la sangre de murciélagos sin el
corazón.
Nadie sabe qué diferencia hace esto.
Las almas tienen su propio mundo. El cadáver su jaula de hueso.
Nada más que fuego todo lado que el fuego encuentra aire.
Ya no quedan cueros, este el último títere.
El titiritero lo alza a la luz y lo hace hablar
una lengua que nunca más ha de hablar, su sombra encontrando
la sombra
sobre el muro de nadie más. Luego pone en su boca una última
canción.
Las almas tienen su propio mundo. Son los descendientes de
las nubes.
Llévate este títere a los Estados Unidos. Álzalo a la luz.
© Carolyn Forché
Etiquetas: Gladys Cepeda
3 comentarios:
Muchas gracias querido poeta por tan linda idea un abrazo
Gladys Cepeda
Muy buenos los tres!!!
Gracias poetas!
Gloria Calvo
Gracias Gladys por este muestreo.
"Estalló en sílabas el silencio" (Puzzo)
"Una tormenta como el futuro, llena de cerdos, árboles, carros..." (Forché)
Alucinante las palabras como dardos muy ciertos de Marrero: "antes que el mundo nos agarre y no lo soltemos más"
Saludo desde Córdoba
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