Poema de Mercedes Venturino
Amanecer en un solsticio
Amanecer en un solsticio
de mi vida,
orbitando alrededor de la mujer que crié
Me sobran años para ser pendeja
pero hasta el día en que me vaya
me va a faltar una eternidad
para sentirme vieja
Estoy parada sobre el eje de mi misma
y siento mi andar como una cinta de Moebius,
Pagué mis deudas y respondo por ellas,
más la cuenta de nadie entra en mi factura
Arrojada en el mar de los sentidos desde
tan niña,
atravesando vendavales de errores y presagios,
guerrillera de sueños y fantasías a los veinte,
escuchando que me dijeran que usar borcegos no era femenino.
Festejé cada vez que mi cuerpo se transformó durante meses,
aprendí que dar a luz
era mucho más recibir vida,
que darla,
que maternar mucho más amplio
que ser madre
De la misma manera
me devolví al deseo,
me encontré perdida
entre laberintos de aire,
y me parí a mí misma dándome a luz:
Sí, se puede cambiar de parecer y de horizonte,
y no dejé de amar por querer más y mejor para mi vida.
Caminante de estepas
Pateadora de desiertos
Bailaora en la tormenta
Frágil en algunas noches
Paciente como la crisálida,
aun sin saber qué me
esperaba
Confiada, entregada al devenir,
explicadora serial de mis errores
solo para reconocer
después
que todos somos alguna vez el demonio de alguien,
el que lastima, el que escapa,
el que miente
Así,
con la paciencia tejedora de la araña
junté uno a uno mis pedazos:
estaba
entera
Sin pensar demasiado
saqué mi vuelo a la Isla
y me vi, bajo la Osa Mayor,
en la profunda noche de otro hemisferio,
celebrando la vida y la revolución entre el vino de amigos
Nunca llegué con tan poco
Nunca me fui con tanto
Nadie iba a quitarme nada que yo no quisiera,
y tantas cosas,
inesperadamente,
podían darme la vida
Así que acá,
no se baja nadie
El amor vino a mirarme de frente
con el brillo místico de un sol que nace:
Puedo sostenerle la mirada
Aprendí a saber de qué hablo cuando hablo
y nadie va a vivir por mí
un sólo segundo que yo no decida,
con mis aciertos y mis errores,
con mis confianzas y mis miedos,
empuñando la risa como el arma más vital
de mi propia revolución
Al borde de la copa se resume mi corazón
como las gotas de lluvia
temblando sobre un
sauce
El sol alza su copa de luz y brinda conmigo
Vivo
Tremenda y ferozmente
Estoy viva
© Mercedes Venturino
Etiquetas: Mercedes Venturino
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