Poema de Gladis Domínguez
Éxodo
Clamé a Dios ese día.
Con las manos unidas
pedí que su vara
me señale el sendero.
El susto, hijo de un diagnóstico
amenazando la vida
desplegó su ejército
sus carros, sus caballos.
Los jinetes oscuros
me acechaban.
De pronto
el Gran Viento de Oriente
atravesó mis muros
con hálito de esperanza.
Sé que Él peleó a mi lado
lo pude ver
cuando llegué a la orilla
erguida en la fe que me sostiene.
© Gladis Domínguez
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