3/10/23

Poema de Dionicio Munguía j.

 

 

A la pausa de los días hay

que decirle adiós.

Nada queda en el horizonte.

Se marcha la mañana

con los gritos inútiles, cada

adjetivo es necesario,

cada verbo supura en la razón.

Ah, la razón.

Por debajo de las sombras

siempre hay una razón,

una canción sin sentido,

el poema de vida,

la palabra que se suma.

No es necesario lo que existe.

No es necesaria la muerte

pero existe,

no es necesario romper

con la veda, pero la vida

existe a pesar de mí.

Sólo es insistir en lo que se

sabe, en lo que se sufre.

No somos dioses, ya lo sabemos.

No tenemos la paciencia de siempre.

Nos duelen los días,

atormentan las manos

esos gritos que brotan

de la oscuridad permanente.

Las calles no tienen sentido.

Caminar es un reto

que obliga al silencio,

caminar es el método

perfecto del olvido.

Cada paso es un escalón,

una baldosa, la fisura

donde la realidad se une

con la leyenda,

donde se guardan símbolos,

acaso la bolsa de papel

para quemar en la azotea.

Ha muchos años desde

aquella fogata de letras,

papel tras papel

iluminando la oscuridad,

ese cielo repleto de chispas,

el sonido del acto insumiso,

de la necedad de decir que no,

que no importa, que ya no es.

Ese fuego que no purificó,

el no que es parte de la existencia,

de lo pagano, del ofrecer

sin sentido.

Ya no queda nada del aquello,

del principio, todo se quemó,

es parte de la basura,

del olvido inminente.

 

© Dionicio Munguía j.

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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Magnífico poema Dionicio. Desde su comienzo invita, va llevando, interpela...Gracias! Saludo desde Córdoba Argentina, Alfredo Lemon

4 de octubre de 2023, 9:29  

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