2/12/21

Poema de Jorge Valbuena

 


EL MUSEO DE LOS AYERES

 

En la piel del lodo aún late embadurnado el eco de mi primera costra

El lirio que nació en ella como futo de las caídas

su árbol penitente que abría su fronda en los brazos de mi madre

levantando el alivio con hielo y la sutil suspicacia de su calor

eran los días del retoño

la tierra estaba tan cerca a las canciones

que las manos siempre andaban naufragando entre las dunas del patio

y con las hojas nos mirábamos cara a cara los párpados

y compartíamos los pensamientos con los pensamientos que nacían hasta

en la boca de los ladrillos

desparramados oleajes de viento

supe que incluso el rugido del león se sopla cuando se encuentra uno

de sus dientes a la vera de los pasos

madre me enseñó a soplarlos fuerte como si estuviera rugiendo desde

la selva de mi ser, un rey con astrolabios de espinas

que alza un temblor de pétalos afilados para siempre,

cada día cazábamos tesoros

abríamos anchas praderas de huecos

en las que estirábamos los brazos hasta el centro de la tierra

esqueletos de alforjas

suspiros incendiados

fragmentos de nieve

juguetes sin memoria

armaduras de espejismos

jamás una moneda de nada sacamos

madre nunca nos dijo que no

porque en la cena siempre enumerábamos cada remolino disecado

y lo instalábamos en el museo de los ayeres

como si nos estuvieran contemplando

desde algún otro extravío de sus sombras

Cada esquina se fue llenando de reinos

En cada migración de un nuevo pastel cada año

Seguimos rugiendo ante un ejército de velas

Que fue creciendo

Hasta quedar solo una luz grande en el centro de la mesa

Que estallaba con pólvora hasta el techo del tiempo

El diente de león ahora estaba lleno de sueños

Temblor de pétalos afilados

Que quedaron flotando en astillas de chocolate

Hasta que madre doblaba el mantel

Y lo guardaba en el cajón junto a los viejos cuadernos,

Las ovejas del pesebre, las huellas digitales, las fotografías,

Viejos remiendos

Y nos daba un beso en la frente

Que aún conservamos

En un jardín de estrellas inhóspito

Donde salimos a jugar cada vez que buscamos

Nuestra colección de cicatrices.

 

© Jorge Valbuena

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