17/6/20

Natalia Litvinova recuerda a Leonardo Martínez


HOMBRE SOLO

Todos han muerto
Se han ido muriendo uno a uno.
Yo pude haberlos matado
pero dejé al tiempo la tarea.
Por segundos seré dueño,
dueño solo de la memoria
y desde mi sitial
abarcaré los sueños de los otros,
sus grandes desconsuelos,
sus vidas en pedazos.
Cuando me toque la muerte
seguiré sentado como en este instante,
bajo el tala,
mirando sin ver
los cerros,
allá lejos.

© Leonardo Martínez 
(1937-2016)



como papá tengo débil el nervio del ojo izquierdo
¿heredaré más gestos,
el corazón lloroso de mi madre?

le pregunto a la abuela si dios existe.
se ríe y cuenta acerca de la vegetación
y las trampas del bosque,
el color de los hongos venenosos
y como tiembla la nariz del búfalo.

yo no conocí a mi madre, dice,
no sé si dios existe.

de todo eso me habla,
del sol frío del invierno y de su caída roja,
y de las huellas que dejamos
en la nieve.

© Natalia Litvinova

Etiquetas:

6 comentarios:

Anonymous Pauli ha dicho...

Me llegaron profundamente ambos poemas, sobre todo el tuyo,Natalia, que nos sugiere el desamparo y la precariedad del ser humano.

18 de junio de 2020, 10:28  
Blogger Sandra Pien ha dicho...

Bellísimos poemas ambos, el tuyo, Natalia, y el de Leonardo Martínez. Ambos ayudan a recordar lo olvidado. ¡Gracias!

18 de junio de 2020, 15:31  
Blogger Ezekpi ha dicho...

Muy bueno

18 de junio de 2020, 19:10  
Blogger Ezekpi ha dicho...

muy bueno

18 de junio de 2020, 19:10  
Blogger Elisabet Cincotta ha dicho...

Así en la mansedumbre, la espera. Excelente poema de Leonardo.
Las abuelas cuentan de su andar, y vi eso que nunca nos dan certeza, siempre pensé que nos dejaban volar con nuestras decisiones.
Abrazo
Elisabet

18 de junio de 2020, 19:59  
Anonymous Anónimo ha dicho...

En las vacaciones de invierno del año pasado leí "Escribanía de vivos y muertos" (Ed. del Dock) de Leonardo Martínez, catamarqueño nacido accidentalmente en Córdoba. Abro el libro y justamente encuentro "Jornada de invierno" dedicado a su padre, Juan Alfonso Martínez. Allí en su comienzo dice: "Nací en la última década del siglo XIX, un ocho de agosto a las dos de la mañana en la casa de los bisabuelos. / Lámparas de querosén y candiles alumbraron la escena. Ahí nomás estaba el río y en una de sus márgenes el bosque de algarrobos gigantes..." Espléndido! Tu prosa poética en esta entrega, Natalia, es sutil, convocante, tierna, el sentimiento la atraviesa. Gracias por traerme este recuerdo y gracias Gustavo por permitirnos la evocación de poetas que siguen estando entre nosotros! Alfredo Lemon desde Córdoba

19 de junio de 2020, 12:54  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio