Texto de Leonardo Vinci
Si alguna
vez intentaste tocar su rostro, y no cualquier rostro ni de cualquier manera
sino el rostro amado, debe ser bajo la lluvia o en la penumbra callada de una
almohada. Y si ella por ejemplo toca un instrumento, te hará hoyos de música en
cada lugar donde apoye sus dedos; y si vos supiste de bocetos y arcillas en
ideas locas de búsqueda, vas a encontrar a cada palmo la magia del volumen de
su cuerpo húmedo. Pero si realmente querés tocar su rostro; y quiero decir de
verdad tocarlo, tiene que ser muy cerca y con los ojos. Tiene que haber nada de
distancia y observar cómo sus pestañas se dibujan sobre los pómulos. Tienen que
lamerse los ojos como perros enamorados, hasta acabarse en círculos perfectos o
puertas infinitas. Debe haber chocolate en los bordes de su boca como luz en la
cresta de una ola. Y vas estar tocando su rostro sin sentir las manos, te vas a
perder.
Y si una tormenta, rayo o vileza te mata
después, será de pie. Y no será bajo la esclavitud de la soledad. Porque aún
con los hombros escarlata y el cuerpo sucio y golpeado, y en las antípodas de
cualquier épica pretendida, en el puño tendrás apretado un pañuelo cargado de amor.
© Leonardo Vinci
Etiquetas: Leonardo Vinci
3 comentarios:
Aplausos, Poeta!!
Bellísimo poema. Saludos Isabel Llorca Bosco
En la sombra me pusiste.
En la sombra voy muriendo.
En la sombra voy sintiendo...
lo mucho que me ofreciste.
Emilio.
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