13/11/19

Poema de Gabriel Chávez Casazola



Se busca 

Si alguien hubiera encontrado
un libro de los Cantos de Ezra Pound color verde
eléctrico, extraviado en la carretera antigua entre el valle
central y el altiplano
una noche de julio de 1992.

Si alguien tuviera ese ejemplar
con poemas preciosamente traducidos
como aquél en que habla de los dedos de una mujer
que parecían una servilleta japonesa de papel o aquel otro
de Rihaku sobre la vieja esposa del mercader del río.

—Tú viniste con zancos de madera jugando a los caballos,
caminaste junto a mi asiento, jugando con ciruelas azules…

Si estuviera en la biblioteca de alguna persona
ese volumen con una fotografía de Ezra
con todas las arrugas, comisuras, todas las cicatrices
de la incomprensión 
cuyo reverso es la locura.

Si lo tuvieras tú, jamás lo hubieras abierto y al leer esto
decidieras hacerlo y encontraras adentro,
entre dos páginas,
tal vez marcando Portrait d’une femme,
que me recordaba a una novia de entonces,
una ingenua estampa de la Virgen niña con su Niño
en monocromo azul cerúleo
con una oración al dorso
que repetía cuando era feliz o estaba triste
en la edad de la alegría verdadera
y de la vera tristeza.

Si encontraras ese libro habrías hallado
el muñón de un alma,
algo que me extravió.

No sabes lo que vale para mí ese ejemplar de los Cantos.
Si lo encuentras puedes quedártelo.   Pero la estampa
—si aún está ahí—
remítemela, por favor.

Los libros se extravían y se encuentran
pero el asombro (o la fe, que es lo mismo)
se pierden para siempre.

—Hubo una hora iluminada por el sol, y los más altos dioses
no pueden jactarse de nada mejor
que de haber contemplado a su paso esa hora.

En esta u otras vidas tendrás tu recompensa.

© Gabriel Chávez Casazola

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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Tremendo poema Gabriel! muy bien logrado! trasmite fuerza y belleza, imágenes y pensamientos que se disparan hasta convertirse en un excelente tributo a "il miglior fabbro". Casualmente o no, un 1° de noviembre de hace muchos años (1972), en una mañana neblinosa, por el Gran Canal de Venecia (hoy inundadísima) una góndola llevaba el ataúd con su cuerpo rumbo a la isla San Michele, última morada del artista. Abrazo grande desde Córdoba, Alfredo Lemon

21 de noviembre de 2019, 12:10  

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