10/11/18

Poema de Patricio Emilio Torne



LOS QUE CAMINAN Y EL CARNICERO

Se camina como todos los días sin embargo
hay piedras muy pequeñas que al pisarse
alteran el ritmo desacomodan el envión con que se va
y ya nada es igual.
En un descuido la tarde te devora
sin tener en cuenta tu estado aún a costa de cuidarte
como esos enfermos que toman conciencia
de sus limitaciones.
El carnicero por su parte esgrime su habilidad
con la cuchilla y corta como un maestro de ceremonias
la bola de lomo el cuadril y otros pedidos
desarmando la media red.
Él es un hombre común y no tiene tiempo
de salir a caminar llega cansado a su casa
le duelen las piernas las articulaciones
el frío de la cámara surte su efecto
él prefiere acostarse sin pensar demasiado.
El carnicero es un hombre atento
y a juzgar por la fuerza que demuestra
cuando levanta las reses hasta colgarlas del riel
que hay detrás del mostrador, también está
en un estado excepcional. El sabe de cortes
y cierta calidad en la carne que le sirve
para mantener sobre su persona una simpatía
que las clientas no tienen con cualquiera.
Las clientas sí tienen maridos que caminan
por la tarde. Ellas les eligen la indumentaria
deportiva, y las zapatillas que aún
de buena calidad no pueden evitar los efectos
de una piedra muy pequeña cuando es pisada.
La piedra tiene la virtud de poner a todos
en el lugar de cualquier hijo de vecino,
sabe bien que todos tienen su talón de Aquile,
un esguince es la señal de los efectos
que puede provocar.
Es probable que el carnicero tenga problemas
severos de salud que tenga que dejar de trabajar
y hasta es posible que muera antes
que cualquiera de los maridos de las mujeres
que conforman su clientela. Si caminara
todos los días quizá evite estos desenlaces
que enojan a esas mujeres que tiene que armarse
de paciencia hasta acostumbrarse a ese muchacho
joven que vendrá a reemplazarlo
sin ser tan efectivo con los cortes solicitados
dándoles el más magro de los trozos de carne.
Sus maridos no saben de estas cosas
pero están convencidos que deben caminar
todos los días para evitar terminar como el carnicero
ese del que le hablan sus mujeres
y en el fondo sienten que hay un riel
invisible donde ellos se trasladan igual que reses
terminando por satisfacer alguna necesidad.


© Patricio Emilio Torne

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2 comentarios:

Blogger irepoesia@gmail.com ha dicho...

Un relato del diario devenir donde las mujeres exigen algo totalmente distinto al carnicero y a los maridos Se nota la distinción clasista de los que tienen tiempo para caminar y los que terminan muriendo jóvenes por falta de ejercicio y dedicación al trabajo. Sin embargo, "una piedra muy pequeña" en el zapato puede poner a todos en pie de igualdad. Poema altamente simbólico. Digno de releerse, buenísimo Irene Marks

11 de noviembre de 2018, 14:31  
Blogger Unknown ha dicho...

Muy interesante

12 de noviembre de 2018, 14:25  

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