3/6/18

Poema de Gabriela Yocco





mi madre me enseñó a llorar
mordiendo la tela dura de una almohada de préstamo

era la noche de un verano póstumo / después del baile
era la noche de detrás de los vidrios
era la noche del principio de todo y de todos los finales

mi madre me enseñó a llorar mordiendo el llanto
silenciosa la niña buena / en la cama prestada
lejos de la casa de los juguetes / lejos así
dándole el puño en la cara pequeña de la infancia

-shhh papá está muerto shhh no hagas ruido-

mi madre puso en el centro de mi  vida la inaugural ausencia
el mandato de sufrir a tientas
de no entender que la muerte es algo muerto  / es algo que se toca si se quiere
algo que ocupa un lugar en el mundo

morder la tela de la almohada no decir
no tocar el cuerpo no saber no ver no tener al menos
un palpable sentido de la ausencia
algo que pueda calzarse sobre la piel / como un abrigo
decir acá llevo yo esta casa del dolor /éstas son sus paredes
con los huesos de mi padre las construyo
acá también me habito

hoy el dolor es un hueso raído una presencia móvil
la multiplicación de la médula en el hueco / su inevitable contextura
hoy el dolor es un arpón sin su manto blanco de delirio / sin su épica
y sin embargo muerdo las almohadas
como si en el diente se jugara el corazón de la raza de los hombres

entonces
en memoria de la memoria de mi madre
en memoria de la tela áspera de las almohadas del silencio
en memoria de todas las sábanas de todas las bocas de todos los gritos
elevo mi pequeño altar al dolor y lo celebro y lo miro a los ojos
como a esos enemigos a los que sólo devasta
la pupila
y su centella implacable




© Gabriela Yocco

9 comentarios:

Blogger Adrián Terracciano ha dicho...

Simplemente fantástico!!! Me recordó a la almohada de mí niñez. Congratulación infinita!

3 de junio de 2018, 18:23  
Blogger Elisabet Cincotta ha dicho...

APLAUSOS!!! De alguien que mordió la almohada durante mucho tiempo.


Abrazos
Elisabet

3 de junio de 2018, 18:44  
Blogger Adela ha dicho...

La dura tristeza de la vida en una sublime poesía! Felicitaciones!

3 de junio de 2018, 19:42  
Blogger Elsa Cordoba ha dicho...

Tremendo poema. Me deja temblando.

4 de junio de 2018, 11:16  
Anonymous Anónimo ha dicho...


Bellísimo y rotundo poema, Gabriela.


Un abrazo,

Alicia Márquez

4 de junio de 2018, 18:06  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Excelente!!!! La madre, la hija, el dolor y el silencio que estalla y se anula en el poema. Abrazo, Inés Legarreta.

6 de junio de 2018, 20:06  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Gracias por tu poesía Gabriela! siempre me emociona y cala profundo

un abrazo grande
norma starke

7 de junio de 2018, 13:02  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Todo se resume en un verso "el dolor es un hueso raido", dolor que permanece, me gusto leerte
Patricia Corrales

18 de junio de 2018, 12:07  
Blogger Nerina Thomas ha dicho...

Poner el límite a mandatos ancestrales. Es eso. Poder sacar afuera tanta cosa, sana.


























































24 de junio de 2018, 11:08  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio