Poema de Alicia Márquez
El pueblo feliz
En Indonesia
estaba el sol allá arriba
y los habitantes de un pequeño pueblo
hablaban indonesio,
cumplían con sus rutinas, sus rutinas,
sus rutinas, allá abajo,
como todos los días.
Pero allí cerca,
en el campo,
una verde extensión
abría sus pecaminosos dedos.
Tres toneladas de pecaminosos dedos.
Tres toneladas.
La policía se calzó máscaras antimotines
y quemó toda la marihuana.
El humo se desperezó sobre el pueblo
que comenzó a bailar, a cantar,
a observar animales fantásticos colarse por las ventanas,
que ya no eran ventanas,
eran enormes bocas que devoraban todo.
Los vecinos se abrazaron,
las mujeres no paraban de reírse y de sentir
que podían volar.
Alguna se subió al techo de la casa
mientras agitaba sus brazos y levantaba la pollera.
El encantamiento no duró mucho.
Pero lo suficiente como para hacerles creer en la felicidad.
Cuando se apagó la enorme fogata
caminaron todos lentamente,
nuevamente, tristemente, a su rutina.
Y los policías,
como en todo el mundo,
volvieron a demostrar
su completa incapacidad
y su total estupidez.
© Alicia Márquez
12 comentarios:
Tu poesía siempre reaccionaria frente a la estupidez humana y creando mundos paralelos! Hermoso.
la poetencia de tu palabra, su fuerza de realidad indiscutible. excelente poema!abracito querida. susana zazzetti.
QUÉ PLACER ALICIA... MUY BUENO TU POEMA Y SIEMPRE TAN LOGRADO. GRACIAS POR COMPARTIRLO CON LOS AMIGOS DE ESTE BLOG ESPECIAL// LIDIACC
Está fantástico y goza de excelente final.
W.M.
Maravillosamente revolucionaria siempre tu palabra poética. Muy bueno, Alice!
Alicia Corrado Mélin.
Muy bueno Alicia !!!
Gracias por compartir !!!
Excelente fotografía de letras que pinta la realidad de una civilización consumida por el flagelo de la droga. Gracias por tu poema, besos de Alicia.
TIENE MUCHO PARA ANALIZAR Y ES FUERTE, SALUDOSDE MARIA LUISA MARQUEZ
David Sorbille dijo...
Querida Alicia: tus poemas tienen la marca registrada de la excelencia! Un abrazo
Imagenes que denuncian, hermoso poema,
Silvia Loustau
Muy bueno, Alicia.
Yo haber estado en ese pueblo indonesio bailando el humo de la quemazón. Abrazo, Inés.
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