16/5/15

Poema de Mariano Shifman



    LAS GARRAS DE LA PALOMA

Se asemejaba a un mascarón de proa,
gris, inmóvil, asida al borde del portón.
Yo blandía la chapa suavemente,
pero no sin firmeza;
pretendía animarla a que emprendiera vuelo.
Sin resultado. No, no se movía.
Me daba pena verla así,
tan sin alas,
casi un trozo de mampostería.

Tal vez estaba herida o asustada
o ambas cosas,
o cargaba un malestar muy antiguo,
que no cabía en sus plumas.

No agité más la chapa del portón:
si ella se había resignado a su quietud,
yo me resignaría a mi inquietud,
la de observar su aire detenido.

Y de pronto sentí una brisa,
no desde los árboles, adormecidos por el calor,
sino desde aquel bollo de plumones.
Y las alas volvieron a ser alas
-un no sé qué brilló sobre su pecho-
y partió.

Entonces repetí para mí mismo:
el Espíritu, sea lo que fuere,
según parece sopla cuando quiere.      


     © Mariano Shifman

7 comentarios:

Blogger Rolando Revagliatti ha dicho...

Destaco, Mariano, dos versos de este poema tuyo:
"o cargaba un malestar muy antiguo,
que no cabía en sus plumas."

Y te mando un abrazo.

Rolando
*

16 de mayo de 2015, 15:11  
Blogger Carlos Enrique Cartolano ha dicho...

Sopla cuando quiere. Tal la poesía! Gracias por tu palabra!

16 de mayo de 2015, 15:17  
Blogger Nerina Thomas ha dicho...

- Las alas volvieron a ser alas -
Eso Mariano, .- el espíritu sopla cuando quiere -
Un abrazo grande!!

16 de mayo de 2015, 15:28  
Blogger Adriana ha dicho...

Me encantó. Es un soplo de aire espiritual, que da alegría. Tiene imágenes muy bellas, como "cargar un malestar muy antiguo" u "observar su aire detenido". Hermoso texto. Un abrazo. Adriana Maggio

16 de mayo de 2015, 16:56  
Anonymous Anónimo ha dicho...

" bollo de plumones" ¡ qué imágen!! todo el poema es un aleteo sutil, que, como el espíritu, alza vuelo cuando quiere. susana zazzetti.

16 de mayo de 2015, 19:16  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Me encantó, Mariano! Algo de ternura y de respeto por la vida recorre la poesía. Estos versos:“…si ella se había resignado a su quietud/Yo me resignaría a mi inquietud,/La de observar su aire detenido”, me llevan a pensar en la espera del tiempo necesario para que algunas alas nos vayan creciendo a lo largo de la vida, a veces para volar, otras para anidar, otras para leer algunas tallas que nos hace la vida. Y sí: el Espíritu sopla a veces de un modo sorprendente y nos deja el sabor del milagro.
Un cariño
Amalia Zacoutegui

18 de mayo de 2015, 11:41  
Blogger Mónica Angelino ha dicho...

Metáforas, metáforas, poesía, poesía!!

Besosssss

18 de mayo de 2015, 20:30  

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