30/8/14

Poema de Patricia Díaz Bialet

  


UNAS HORAS DE LA TARDE
al hombre de flecha de imán húmedo 

Y fueron otros los adioses
Los sudores
Los somníferos para el café de las novias furiosas

Fueron otras las piernas como clavos en la música de azúcar
El hervor de tu mano fue otro
Y otra la cumbre de tu muslo vuelto vanguardia resuelta

Suplantaron degradaron trocaron
Y ahora son otros los susurros con tonalidad de nylon
No hay transatlánticos
Ni filo de hélice aterida
No hay cuerpo de junio resucitando bajo el agua
No hay pulmón infalible
Patio diminuto en donde cabe la luna
No hay ofrenda
No hay cópula indeleble
Ni espuma verde sobre la almohada

Lo pasado se deforma en su propio peso transparente
Nos escupe su vicio de belleza
Acá anidan los faisanes –nos dice por lo bajo-
Vengan a saborear la comba irrefrenable
Acérquense a mi manso puercoespín
A mi frágil corso de papel maché


Pero siempre hay que ser astuta
Guardar en un bolsillo la profilaxis requerida
Penetrar -eso sí-
Sacarle el gusto al tiempo inaccesible
Extraerle su piedra
Su ajenjo somnoliento
Y luego reponerse 


Los hombres anteriores saben a hierba fresca cuando vuelven solamente por unas horas en la tarde

  


© Patricia Díaz Bialet

2 comentarios:

Blogger Marta Raquel Zabaleta ha dicho...

BRAVO!!!!

30 de agosto de 2014, 21:20  
Blogger María Sonia Quevedo Hoyos ha dicho...

Cuántas imágenes logradas de momentos que dejaron huella. Se percibe el disfrute de la vida… Y ese sabor a hierba fresca.
Maravilloso.

5 de septiembre de 2014, 17:18  

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