29/8/14

Poema de Ariel Giacardi


INFUSIÓN DE NUBE 

Hoy el ministro ha dicho que la vida,
amigos, que la vida
cuesta cada vez menos
                                    y nosotros
que la vemos pasar cada mañana
con una cinta azul en su cabello
y una falda brevísima,
nosotros que la vemos desde el fondo
de nuestro corazón subarrendado
donde el amor también es un remiendo,
y no a través de un álgebra marchita
que repite sus pulcros logaritmos,
sus índices enfermos;
nosotros que la vemos despeinarse
hebra por hebra, lágrima por lágrima,
desde el ojo nutricio de los cuencos
y no desde la asepsia 
de un vigésimo piso
donde todo sucede como un eco,
nosotros que entendemos su lenguaje
de pura maravilla derrumbada,
su número de piedra indivisible,
nosotros sí sabemos
en cuánto escaparate está la vida
y cuál es su valor
                             y cuál su precio;
la compras al anciano ambulatorio
que la diluye en llanto al dos por ciento;
la compras por monedas en la esquina
de un madrugón oscuro y sin escarchas
con rodajas de luna sobre el sexo,
o a tanto mercader como paloma
que volara celestes hospitales
con sus alas a sueldo;
o al niño que en sus manos de limosna
aprieta los conjuros vergonzosos
de un hambre combatiente,
de pesadillas largas,
                                  sin trincheras
ni bastiones de pan amanecido
por las grietas del tiempo.
Entonces, no es noticia
que nos han devaluado la esperanza
y establecido turbias hipotecas
sobre cada fracción de nuestros sueños;
que a la vida le han puesto cuatro cifras
y un punto decimal
                                por lo que fuera,
nosotros sí sabemos,
porque, a veces, total y naufragada,
la encontramos inscripta en el cansancio,
adherida al reverso de la noche
con un nudo de sombras en el cuello
y le arrojamos agua milagrosa
sobre la curva leve de los párpados
y en la rosa febril de sus mejillas
concebimos un beso,
y le damos jarabe de luciérnagas
y una infusión de nube
                                      y la arropamos…
Porque, a pesar de todo, algunas veces,
se nos muere de frío y de silencio.
Entonces, que el ministro no nos diga
cuánto vale la vida, 
                              cuánto cuesta
ni en dónde se refugia cuando el mundo
establece su cólera de abismo,
                                  que nosotros…
nosotros sí sabemos.

© Ariel Giacardi

1 comentarios:

Anonymous MILAGROS RODRÍGUEZ ha dicho...

Porque a pesar de todo vivimos Ariel Muy sentido tu poema !

31 de agosto de 2014, 20:18  

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