19/8/11

Poema de Luis Benítez


La suerte del amor en la posmodernidad

Alguien dijo que nada queda de distinguido en este mundo
Salvo el hábito de la cacería de osos polares
En el verano ártico. Aunque parezca obscena,
Es una actividad ejecutada seriamente:
Familias enteras viven de este afán de conservar
Algo distinto, inmaculado todavía.

Hay hombres serios cada primavera calculando
Que con lo que dé el verano enviarán en invierno
A sus hijos a la escuela. Sucede en tierras tristes:
Kholokohak, Furstboro, Saint Felicien
Son algunos de esos lugares donde,
A medida que se retiran los mosquitos
Y la niebla cede, tienden la vista a lo lejos
O acechan el teléfono, atentos
A la agencia que solicitará sus servicios.

Dos meses después, cuando todo haya sido concertado,
La aurora boreal hará iridiscente el paisaje cubierto
De nieve sucia mezclada con barro y ramas,
Grandes montones peligrosos por donde
Estos hombres graves fumarán sus Marlboro
Guiando pausadamente al extraño al mismo sitio,
Al mismo oso muerto el verano anterior.

Luego las fotos, los mesurados festejos,
La alegría que tiene que haber en ese momento.
La alegría es un deber como cualquier otro.

Cualquiera sabe que la ballena azul
Es el más grande animal que jamás haya existido
Y que no se conoce actualmente su número,
Aunque se estima que quedan demasiado pocas
Para el decoro del planeta.
Un animal tan enorme debe ser, asimismo, conservado.

Los sonares y electrodos de la base de estudios de la vida marina en Maryland
Han detectado un nuevo sonido emitido por las grandes azules:
Es como un aullido asqueroso, un chillido de miles de ratones
Encerrados en las bocas de estas bestias, donde pueden
estacionarse cómodamente algunos automóviles.

Achicharra los nervios escuchar ese sonido.
Hace veinte años no existía.
Pero los códigos sólo se conservan desde entonces.
Se dice que son tan pocas, que han desarrollado
Ese sonido especial para llamar al imposible otro
De su especie. Es el deseo, que busca su eficiencia.

Que a veces, pasan su vida entera recorriendo
Los siete o más mares que hay buscando, buscando.
Finalmente mueren emitiendo ese sonido,
Cada vez más débilmente, hasta que cesa del todo
Y unas decenas de toneladas de carne se depositan
En el légamo del fondo del sueño.

Una remesa nueva y silenciosa, al cabo de un tiempo
-fácilmente calculable- trocada en alguna capa más
de grano fino que engrosa la cubierta.

También están el tipo la tipa que descubren en la carroña
Que les ha tocado en suerte muy buenas cualidades:
La nobleza es una cuestión de la imaginación. Hace la vida
Más llevadera desde el desayuno hasta la cena.

Luego, lamentablemente, se sueña toda la noche con lombrices,
Grandes lombrices anilladas que te comen las articulaciones lentamente.
Tienen todo el tiempo de este mundo.

Pero ella/él son lo mejor que nos podía haber pasado.
Mirá si no todavía fresca esa gotita de sangre,
Esa gotita, que es todo lo que queda aquí, a la vuelta,
Del desgraciado/la desgraciada que se había animado
A vivir sólo consigo. Entiéndase: a solas con todo Eso.

Claveteando la puerta infatigablemente, arrimando muebles,
Poniéndole toda suerte de obstáculos, hasta comprender
Que es el monstruo mismo quien nos alcanza los clavos.

Desgraciadamente son la gente
Más romántica de este mundo: Sufren todavía más,
Dulces transformaciones del hombre y la mujer,
Obligadas a salvarse de la locura por el trasvestido salvavidas,
Adán con portaligas, eva con bigotes, representando
Incansablemente, dulcemente, áridamente,
A los últimos héroes de la sexualidad.

No son ciertamente ninguna alternativa.
Ya tampoco tienen ninguna novedad.
Hay una rutina, siempre
en lo humano hay una rutina.

¿Y qué hay de los vampiros, el don juan tirapedos,
la chica del adiós sin caspa sobre las tetas mayúsculas,
torneada a la lentejuela sobre la barra? Nadie
en su sano juicio tomaría eso en serio.
Pero bien pensando, ya no queda nadie
En su sano juicio en este fin de siglo.
Hasta esas reminiscencias son posibles.

Claro que habría antes que proyectar una película o dos,
Poner música, no sé, crear un clima que se hiciera
A sí mismo sostenible. Pocas cosas dependen
Tanto del ambiente. Habría que andar siempre
Con toda esa escenografía al hombro,
Y eso es trabajo duro, pesado alquilar tantos camiones.
Definitivamente otra cosa que no sirve.
Existe también la cuestión del presupuesto.

La hora exacta, los extras preparados, las luces, los diálogos casi,
Casi naturales, esa mesa blanca, el florerito, la curva del gabán exacta,
Exacta. Aquí el amor es cuestión de exactitud. Hay matemáticas.

Impensable el tema de los hijos que desayunan y vuelven luego
De la escuela, el pijama a rayas, esas madres contentas, los primos,
Las tías, los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, toda la colección
De cretinos en “un largo viaje hacia el final de la noche”, oh Céline,
Confundidos en un inaudible aplauso que es el de toda la especie.

Lo de la simulación es otro tema, todo sería más fácil si fuera posible,
De alguna real, definitiva manera, someter al otro.
Si nos creyera, si no se retorciera de risa cuando lo dejamos solo,
Creyendo que creímos que creía. Porque detrás del ojo brilla
Siempre esa luz fatídica, ese jugar a los dados solamente
Porque todas sus facetas están en blanco.

El amor, esa Cosa, esa porquería que insiste.

© Luis Benítez

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11 comentarios:

Anonymous susana szwarc ha dicho...

Preciso poema,
s.szwarc

19 de agosto de 2011, 11:59  
Anonymous Anónimo ha dicho...

enumeración, realidad, cuestionamiento, denuncia, ironía, y un verso final que abre la mente y, que por suerte, insiste. para pensar. excelente. susana zazzetti.

19 de agosto de 2011, 12:07  
Blogger Rubén ha dicho...

poeta, Con la mirada a lo lejosm y los pies en la tierra

19 de agosto de 2011, 18:44  
Anonymous silvia loustau ha dicho...

Luís, más allá de los planteos del poema. de ese verso final que se clava...me llama la atención la musicalidad interna, la respiración
que encuentro, casi jadeante.
Un abrazo,

Silvia Loustau

19 de agosto de 2011, 19:32  
Blogger ©Claudia Isabel ha dicho...

poema fuerte, contundente
Muy bueno!

19 de agosto de 2011, 23:11  
Anonymous Anónimo ha dicho...

"...el amor, esa cosa, esa porquería que insiste."
¡Qué cierre espectacular para tu hermosísimo poema, Luis!
Aplausos, bises y abrazos
María Rosa León

22 de agosto de 2011, 5:18  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Estimado Luis, qué poemazo !!! Verdaderamente hay que sostener una descripción así tan fuerte y certera de nuestra visión cotidiana del mundo y sus cosas, de nuestro transcurrir posmoderno, de nuestras vivencias tan violentas, y sin embargo ....
Tu escrito me crea expectativa, lo siento en mi parte no racional, no lo puedo explicar... gracias por esas emociones que suceden luego de leerte, "abre la mente" en el decir de Zazzetti, moviliza sin dudas... Saludo afectuoso Alfredo Lemon

22 de agosto de 2011, 21:41  
Anonymous Anónimo ha dicho...

realista, pleno de naturaleza y universalidad

saludos
anahí Duzevich Bezoz

22 de agosto de 2011, 23:04  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo lo definiría como un poema "enorme". El final contundente.
Abrazo, Luis
Alicia Borgogno

23 de agosto de 2011, 22:51  
Blogger ALICIA CORA ha dicho...

Fuerte alegato en defensa de los que no pueden vengarse de la depredación. Me encantó, felicitaciones Luis, beso de Alicia Cora.

25 de agosto de 2011, 11:13  
Anonymous Anónimo ha dicho...

David Antonio Sorbille dijo...
Impresionante poema, Luis. Un abrazo.

2 de septiembre de 2011, 23:53  

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