8/12/25

Poema de Silvia Cacchione

  


Dicen que acumular es un gesto ancestral,

un código fijado al ADN, pero hoy yo quise

ir en contra de la historia. Abrí con esfuerzo

el primer cajón del modular

y poco a poco comencé a escarbar

en los sedimentos del tiempo.

No sé a ciencia cierta de qué manera

logré reunir en el piso

banderines, carnets, plumines, escuadras,

lupas, gomas de borrar, soldaditos de plástico,

fichas de dominó, botones, llaves,

una foto mía recortada de una tarjeta de crédito.

Y de pronto allí, al fondo,

pudorosamente desnuda

vi la cajita roja.

La tomé con delicadeza, como si fuera

la cabeza de un recién nacido,

y sobre mi palma la sostuve un rato.

Te la regalé algún día de otoño

o de primavera, llovía, o tal vez no,

éramos (sospecho) novios.

Qué curioso, pensé, tantos años allí quieta

mientras alrededor se superponían

las distintas capas de nuestra relación.

Nunca supe si te había gustado,

si le habías dado algún uso o simplemente

la guardaste como recordatorio, insignia,

quizá trofeo, de algo parecido al amor.

La abrí.

Adentro, doblado un papel amarillento.

Lo abrí.

Me costó reconocer tu dibujo,

los trazos y los colores borroneados.

No era nada que habría esperado encontrar,

solo la imagen de un colibrí ancho y sin alas.

Una deformación de la naturaleza.

 

 © Silvia Cacchione

Etiquetas:

1 comentarios:

Blogger Gus... ha dicho...

Bienvenida Silvia a éste sitio que pretende difundir a poetas contemporáneas/os. Abz, Gus.

8 de diciembre de 2025 a las 15:24  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio