Poema de Gabriel Chávez Casazola
Oliver Twist
Nació, como muchos hijos de la calle,
y su primera (o tal vez única) tibieza
fue el rescoldo del motor de un automóvil,
allí mismo donde fue parido y abandonado.
Lo adoptamos la mañana siguiente.
Lo bañamos, lo alimentamos, le dimos nombre.
En rigor de verdad, con el paso de los meses le dimos muchos
nombres
como todos deberíamos tenerlos, de acuerdo a
nuestros cambios y los cambios de las circunstancias.
—¿Recuerdan
la confederación de las almas
de
la que habló Tabucchi?
Ni siquiera llegó a conocer el amor ni a multiplicarse.
No tuvo demasiadas alegrías, salvo las rutinarias
—compartir
algunos ratos con otros seres, dejarse acariciar la
cabeza cada tanto—
ni demasiados pesares,
salvo una muerte horrible.
Lo encontramos una noche desangrándose por la boca,
con su interior destrozado.
—Cuentan ¿será
posible? que tiempo antes
de acabar con
los judíos, en algún lugar les quitaron
sus perros y
sus gatos y sus canarios, y por crueldad o
diversión los asesinaron de una forma
espantosa.
Dije que lo encontramos pero en rigor de verdad
lo escuchamos.
Daba alaridos bajo el auto
en el mismo lugar en el que fue parido
y que eligió para morir,
quién sabe buscando aquel rescoldo
esa primera (o tal vez única) tibieza
del motor recién apagado, que le dio la ilusión
de haber sido bienvenido en este mundo
y de que alguien o algo le decía adiós
cuando salía de él del mismo modo en que había entrado:
envuelto en sangre y solo,
exactamente de la manera en que suelen hacerlo
los muchos hijos de la calle.
© Gabriel Chávez Casazola
Etiquetas: Gabriel Chávez Casazola


3 comentarios:
Hermoso Gabriel, editado lo mejor que pude. Abz.
Hermoso Gus.. hermoso Gabril.. re emocionante.
Tremendo. Todos deberíamos tener muchos nombres👏
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