10/12/25

Poema de Rafael Felipe Oteriño

 

 

MONTAÑA MÍA

 

Qué difícil fue subir a esta montaña;

año tras año empujar el cuerpo mientras subía,

sin saber cuál era el rumbo,

dónde se pregunta.

 

Hubo que llenar los vasos y dejar que desbordaran,

y traer nuevos vasos como si fueran jazmines;

cerrar los ojos para saber si era llanto,

si en el camino perdería su costado de cielo.

 

Y, más tarde, el ahínco por aclarar la voz,

por hacerla audible;

que aprendiera a decir yo delante de los presentes,

que no enmudeciera frente a unos pocos.  

 

Que hiciera crecer a su fantasma: un día, todos los días,

y defendiera su miedo como defiende el árbol

su audaz siempre-verde;

que tensara su raíz, su lástima.

 

Montaña mía: aprendí a descender.

 

© Rafael Felipe Oteriño

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