5/1/25

Poema de Lorena Tcach

 


El otro

 

En la unión de blandura, ahí donde empieza tu pelo,

anexada a tres huesos,

a esa misma altura comenzaré

a quedarme pelado.

 

Algo de eso dijiste

o dije

y qué horror

y el tiempo nos cambia de tema,

entre una cosa y otra hay

tu primer cambio de pañal,

tu soltura en el quinto.

 

Tu asombro se guarda en la expresión

pero sale en las fotos,

también tus ojos alérgicos

de emoción.

 

No hay del todo miedo de que se rompa,

pero lo anidás en el hueco entre las manos

como cuando horneás

el pan de masamadre

o como si hubieras encontrado el grillo

de una suerte eufórica.

 

Lo bañás apenas llegado y en adelante,

te lo dieron sin grito pero tembloroso

y parecés darle paz con el solo contacto

de las yemas de tus dedos.

 

Sos su misión de conocer,

te mira serio:

escudriña el paseo que le preparaste.

Sos su oso dormilón,

es tu querubín laico,

sos sus muecas aprendidas,

es tus ojos de asombro

moderado por una herencia pequeña.

Sos también su caballito

y te tiene tan al trote, mi vida.

 

Pisás algún juguete que chilla,

traés data y recetas nuevas,

revolvés un desayuno que ansiás perfecto,

aunque prefiero que me tires un resto de la noche,

una manzana,

algo menos hambriento.

 

Enseguida despejás la casa,

hacés lugar para nuestro suelo

aunque todavía haya que insistir.

 

Cuando caés dormido

te codeo y enseguida

volvés a ser

su camión de bomberos

preparándose.

 

© Lorena Tcach

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