Poema de Lorena Tcach
El otro
En la unión de blandura, ahí donde empieza tu pelo,
anexada a tres huesos,
a esa misma altura comenzaré
a quedarme pelado.
Algo de eso dijiste
o dije
y qué horror
y el tiempo nos cambia de tema,
entre una cosa y otra hay
tu primer cambio de pañal,
tu soltura en el quinto.
Tu asombro se guarda en la expresión
pero sale en las fotos,
también tus ojos alérgicos
de emoción.
No hay del todo miedo de que se rompa,
pero lo anidás en el hueco entre las manos
como cuando horneás
el pan de masamadre
o como si hubieras encontrado el grillo
de una suerte eufórica.
Lo bañás apenas llegado y en adelante,
te lo dieron sin grito pero tembloroso
y parecés darle paz con el solo contacto
de las yemas de tus dedos.
Sos su misión de conocer,
te mira serio:
escudriña el paseo que le preparaste.
Sos su oso dormilón,
es tu querubín laico,
sos sus muecas aprendidas,
es tus ojos de asombro
moderado por una herencia pequeña.
Sos también su caballito
y te tiene tan al trote, mi vida.
Pisás algún juguete que chilla,
traés data y recetas nuevas,
revolvés un desayuno que ansiás perfecto,
aunque prefiero que me tires un resto de la noche,
una manzana,
algo menos hambriento.
Enseguida despejás la casa,
hacés lugar para nuestro suelo
aunque todavía haya que insistir.
Cuando caés dormido
te codeo y enseguida
volvés a ser
su camión de bomberos
preparándose.
© Lorena Tcach
Etiquetas: Lorena Tcach
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio