Poema de Alejandro Méndez Casariego
Tendríamos que trabajar el poema
sin afán desmedido,
hundirlo en el sector del pensamiento
en el que se confunden
las larvas con el humo de incienso;
pegarlo a la membrana
más dócil y doméstica
como si se tratara de empollar
los huesos de la noche
en el vacío
que deja el repliegue del sonido.
Recién entonces
mover los cascabeles.
© Alejandro Méndez Casariego
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