Pedro me ha negado como una rosa oscura. Niega la sed, la piedra, el olivo y la fuente, a Lázaro en la boca de su muerte y los dedos.
¿Dónde están las monedas que Judas ha
escondido?
¿Las burlas del soldado? ¿El látigo en mi espalda? ¿Dónde estás Padre
mío? ¿La niebla de tu voz? ¿Mi nombre condenado? ¿Qué sabe el descreído de la
sed y el desierto? ¿Del reino de los cielos cuando cruje en la tierra?
¿Qué culpas tiene el niño que apedrea
mariposas y destierra en los sapos su música nocturna? ¿Qué sabe la mujer que
en la red del avaro desgajó sus vestidos y quedó desnuda? ¿Qué sabe la
serpiente de las ruinas del alma y el espejo en el aire que destruyó a la
tierra?
¿A quién perdono, Padre, si no encuentro
culpables?
© Hugo Francisco
Rivella
Te aplaudo amigo!!
ResponderEliminarLily Chavez
¡Que Bello!!! GLoria Calvo.
ResponderEliminarEn el verso final se abre otro escenario que relega el mea culpa.
ResponderEliminarInmenso poema Hugo. Tan lindo leerte. ❤️🦋
ResponderEliminarAlta palabra tu voz como una súplica o una exigencia. Poeta mayor, querido Hugo. Te abrazo grande, Alfredo Lemon
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