Marin’a*
Mi madre está dormida, con su solero
de flores sobre la colcha (tiene el pelo
tomado con invisibles, huele a agua
colonia). Mi abuela se acerca,
le dice algo al oído y lloran las dos.
La que ha muerto tenía las uñas
amarillas, un misal y un relicario
con pelos de Santa Cecilia.
Hay murmullo de rezos,
una cama vacía, una pañoleta
oscura, una taza de café
(pasa el vapor todavía),
el piso de ladrillos,
la mecedora, las glicinas...
Alguien nos alzó
hacia el tufo de la muerta
(se llamaba Elizabeta),
para que viéramos.
*Madrecita, en piamontés, es también la
palabra con que llamaban a mi bisabuela.
© María Teresa
Andruetto
Bella descripción de un tiempo de antaño que nos identifica, y terrible final. Chapeau! Abrazo y mi admiración.
ResponderEliminarGracias María Teresa
ResponderEliminarConmovedor y bello poema, gracias por compartir.
ResponderEliminarTere , tu poesía es un latido !
ResponderEliminarqué bello poema, y dice tanto!
ResponderEliminargracias María Teresa
norma starke
Oh! Me gustó mucho.
ResponderEliminar"Alguien nos alzó hacia el tufo de la.muerta para que viéramos..." Fuerte el verso que delata toda una época, una forma de hacernos crecer sin concesionea...gracias María Teresa!
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