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17/12/21

Poema de Ariel Ovando

 


 

                BARRUECO

 

Agua de nocturna estepa,

de innovada urdimbre material,

dulcifica las telas al ras de los aparecidos

                                                 en trópicos

dulcifica el incendio de las islas

los ideogramas de humo que manan

                                 del fondo del espejo

y dulcifica la hoguera, una campana

que tiene labios de selvas palúdicas

para aprender las morosas vocales,

                     para que los seres de maíz

asomen sus ojos profundos

a la punta de mi lengua, enarcada

de nieblas, de pantanos elementales

 

Y la alas de la mosca deja florecer

retumbando en el tiempo si cantan

y descienden la cabellera del mundo:

                                                  porque

quién sabe qué hay bajo nuestros pies

quién sabe cuántos días bajo la tierra

debe permanecer el sol para hablar

con lagartijas de un bosque de cristal

y de espantables tierras

(Y aunque aprenda su lengua,

              que tanto irías a reírte,

me pregunto mientras veo el otoño

derrumbarse por la ventana que me separa

de un eventual fin del mundo);

porque nadie va a rumiar como nosotros

las vocales que se pronuncian

                          como luciérnagas,

como puntitos de luz suspensos

del otro lado del vidrio;

porque nadie, nadie,

agua de nocturna estepa

 

sabe como nosotros

vimos la estrella

y nos llenaba la boca

el cuenco de la cabra

y su agua desorbitada

al fondo de los pantanos,

donde casi siempre

éramos esas luciérnagas.

puntos ingrávidos

entre el silencio y la sombra.

 

© Ariel Ovando

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