22/2/21

Poema de Walter Mondragón

 


COPLA TRISTE

 

La copla que no te hice

Nunca en vida camarada,

Aunque ya no valga nada,

Ahora empieza a escribirse:

 

Ay, yo quisiera que el tiempo

se pudiera desandar

para advertirle a mi hermano

lo que le iba a pasar.

Luchando a contracorriente

del tiempo como el salmón

yo quisiera devolverme

y gritarle entre el rumor,

que detuviera sus pasos

ante el abismo ignorado,

y tenerle entre nosotros

con sus hijos bienamados,

con su mujer, y los otros

hermanitos y allegados;

qué era familiar el hombre,

alegre, sencillo y bueno

como el pan, un hombre noble,

de esos que se dan de lleno.

Aún me parece imposible

que se haya ido, dejándonos

consternados, sin alivio

con esta pena en los labios.

Hermano mío, te canto

afónico de llorar

tu partida, desolado

¡Sé bien que no volverás!

Sólo el tiempo que te trajo

Y te llevó inoportuno,

Sabrá calmar mi lamento

Y volver a reunirnos.

Hermano del alma, mío

No entiendo por qué te has ido

Si te queríamos tanto…

Si haces tanta falta, amigo.

Sé que el tiempo sonreído

De nuestra historia común

Se quedará en mi recuerdo,

-Y en los vuelos del zunzún-

Que aquel que amamos no parte,

habita nuestra palabra

Hasta cuando … ya se sabe:

Nos toca la propia sombra.

Es sólo que ahora nos duele

Su ausencia y su “mala leche”

De alejarse sin aviso

Aunque no sea porque quiso.

Morir no es nada, me digo

Se muere aquel que está vivo,

Pero por qué hermano mío;

Por qué tú, triste, recito.

Somos sombras en la escena

Del mundo, por un momento,

Que hacen su acto y se esfuman 

Como cenizas al viento.

Tal vez si no hubieras sido

Así de entrañable y tierno

Como fuiste hermano lindo,

No te nos hubieras muerto

                  …tan temprano!

Envío

Extiendo este abrazo inútil

Como en un gesto mecánico

Hacia la tierra que estéril

ahora cubre a mi hermano.

 

 

© Walter Mondragón

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