28/8/19

Poema de Isabel Llorca Bosco



TRABAJO MANUAL 

Para que las manos no sigan desmayadas 
esta noche se ha sentado frente a una pieza para ebanistería, 
que intentará tallar. Tiene dibujos que no tiró en su momento, 
calcados por las mujeres de la casa hace cien años. 
Toma la gubia y va a lo más sólido de la madera. Y brilla, 
como si hubiera almacenado el antiguo saber. Las manos 
van coloreándose por el delicado esfuerzo de volver a vivir. 
Hace una guirnalda vegetal que sombreará de oro. 
Quiere espiar la expresión de su cara y se pone en busca… 
en busca de un objeto… hasta que se ve tímidamente feliz, 
pues en el agua del ensueño 
creyó haber usado sólo las manos (y esto era poco). 
No le han cerrado todas las puertas de la ciudad. 
Pero en algo sigue igual: no está en “la luna de Valencia”, 
sino en el centro de la mágica luna de un espejo.

© Isabel Llorca Bosco

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

el poema deliberadamente prosaista del comienzo se vuelve ambiguo y mágico al convertir el personaje en reflejo que se mira y le da alas.
Excelente.
W.M.

11 de septiembre de 2019, 19:10  

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