16/7/19

Poema de Jorge Ortiz



ATARDECER DE INVIERNO EN LA QUINTANA.

Un sol de a ratos niño ha rondado la casa
 jugó a las escondidas entre los espinillos
tan frágil su mirada que costaba encontrarlo.
 De a ratos, anciano
 cabello de ramas secas
 casi una ausencia
Su calvario de mostrarse débil acaba
cuando huye en la montaña como una lagartija.
En postrera bocanada se posa
 en la cima devastada de los molles
cierra las tranqueras del día
 para que la noche
 furiosamente fría
galope incontrolable en el paisaje.
 Majestuosa, única
bajo un séquito de estrellas
en tentáculos de sombras prodigará sus formas
 en llamaradas de silencio enlutará a los pájaros.
 Su aliento rígido sobre pastos inermes
 en los techos desnudos, en la huérfana tierra.
Al tiempo que en el pueblo, fantasmales figuras
 perforarán  el cielo hasta que el fuego calle.

Ya mañana el sol, con su andar paciente
disipará en los techos memorias de la helada
y sabiéndose parte de una ínfima lluvia
caerá derrotada la última escarcha.

© Jorge Ortiz


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