26/4/19

Texto de Marisa Negri



Aprendí a tejer cuando supe que venía mi primera hija y decidí hacer el ajuar. La hebra rosada de la sangre se ovillaba en la espera.

Cada mañana crecía mi vientre como una baya misteriosa.

Con una hebra negra cosí dos piedras en el ruedo de la manta, sombras que alumbran sobre la cuna los espíritus de la noche.

© Marisa Negri

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Cuánta magia en esa espera,en esa manta tejida y ancestral, guardiana de "los espíritus de la noche"¡Qué maravilloso este poema! Irene Marks

27 de mayo de 2019, 9:11  

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