Poema de Carlos Alberto Roldán
Valle o pantano de los elefantes
Veamos el tema ese
Del que otros hablaron: la hora
Lo que en ella se corresponde
Lo que en la sangre estrellas
Se ha impuesto como orden designio
Ley o corolario apenas
Lo que barruntado uno piensa debido
Calzar sus timbos traje
Su camisita seria
La corbatita que
Ya ni se sostiene
Se es el elefante de esas horas
Y toca el valle
Ése de tras la curva del horizonte
Al que se accede después
De trepar esquivar
Sobrepasar los riscos abismos
Saltar las quebraduras y festejar los valles
Sí
En el más allá que dilapidan llanura tigres rigurosos
Pantanos las boas culebras
Y otras miles traslúcidas flúos
Negro impenetrables de venenos rayo
Y dolorosa eternidad
El espantoso extenso
Desierto de soles que calcinan
Sedes que beben el cuerpo
Ese donde llegar de pantanos y voces y niebla
Donde todos los elefantes llegan
Todos y aún los heridos devorados muertos
-que una muerte no es nada
Y tras esa
Solo hay una fundamental definitiva-
Moridero ya sin penúltimas opciones
Final final en que la muerte canta
Grita tu nombre obscenamente
Se rie a carcajadas de los intentos torpes
De hazañas si las hubiera hijos
Libros revoluciones sueños
Sueldos y mansiones varios
Jermus acollaradas a uno como si importante
O si con nosotros se fuera el mismo mundo
Moridero sin tal vez ni día siguiente
Sin café con leche o mate en la temprana
Sin su beso de dormida mientras el sol despega
Oh valle que aún ni escrito
Guardaba el eco aterrador del nombre propio
La blasfema putrefacción de cuerpos
Que otrora amantes
Insensatos bambúes
Gozosos de enfrentar los inviernos
Y sus vientos feroces
Blancos a la sed
Eróticos al tiempo
© Carlos Alberto Roldán
3 comentarios:
Hola Carlos Alberto: este valle o pantano de los elefantes es una obra maestra por ser tan lúcido, tan dolorosamente simbólico.La vejez, tanto en los humanos como en los elefantes, nos muestra el abandono, la tierra yerma, la herida abierta donde toda desolación es poca. Lo expresaste magníficamente y se aplica mucho en estos tiempos. Lo sentí mucho Irene Marks
Hola, Irene Marks. Mi agradecimiento por tu lectura en primer lugar, y por tu juicio en segundo, que ayuda en el más vertical de los sentidos.
Y ayuda porque no estoy en el jolgorio, y tampoco participo demasiado de cierta banalización de la poesía. Como sabemos, eso tiene precio, y desgasta.
Permitime un abrazo.
Nos leemos.
Carlos
Gracias por este extenso, descarnado, innegable poema. Un lujo.
Claudio Simiz
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