17/12/17

Poema de Carlos Alberto Roldán


Valle o pantano de los elefantes 

Veamos el tema ese 
Del que otros hablaron: la hora 
Lo que en ella se corresponde 
Lo que en la sangre estrellas 
Se ha impuesto como orden designio 
Ley o corolario apenas 

Lo que barruntado uno piensa debido 
Calzar sus timbos traje 
Su camisita seria 
La corbatita que 
Ya ni se sostiene 

Se es el elefante de esas horas 
Y toca el valle 
Ése de tras la curva del horizonte 
Al que se accede después 
De trepar esquivar 
Sobrepasar los riscos abismos 
Saltar las quebraduras y festejar los valles 

Sí 
En el más allá que dilapidan llanura tigres rigurosos 
Pantanos las boas culebras 
Y otras miles traslúcidas flúos 
Negro impenetrables de venenos rayo 
Y dolorosa eternidad 

El espantoso extenso 
Desierto de soles que calcinan 
Sedes que beben el cuerpo 

Ese donde llegar de pantanos y voces y niebla 
Donde todos los elefantes llegan 
Todos y aún los heridos devorados muertos 
-que una muerte no es nada 
Y tras esa 
Solo hay una fundamental definitiva- 

Moridero ya sin penúltimas opciones 
Final final en que la muerte canta 
Grita tu nombre obscenamente 
Se rie a carcajadas de los intentos torpes 
De hazañas si las hubiera hijos 
Libros revoluciones sueños 
Sueldos y mansiones varios 
Jermus acollaradas a uno como si importante 
O si con nosotros se fuera el mismo mundo 

Moridero sin tal vez ni día siguiente 
Sin café con leche o mate en la temprana 
Sin su beso de dormida mientras el sol despega 

Oh valle que aún ni escrito 
Guardaba el eco aterrador del nombre propio 
La blasfema putrefacción de cuerpos 
Que otrora amantes
Insensatos bambúes 
Gozosos de enfrentar los inviernos 
Y sus vientos feroces 

Blancos a la sed 
Eróticos al tiempo



© Carlos Alberto Roldán

3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola Carlos Alberto: este valle o pantano de los elefantes es una obra maestra por ser tan lúcido, tan dolorosamente simbólico.La vejez, tanto en los humanos como en los elefantes, nos muestra el abandono, la tierra yerma, la herida abierta donde toda desolación es poca. Lo expresaste magníficamente y se aplica mucho en estos tiempos. Lo sentí mucho Irene Marks

19 de diciembre de 2017, 11:40  
Blogger Carlos Alberto Roldán ha dicho...

Hola, Irene Marks. Mi agradecimiento por tu lectura en primer lugar, y por tu juicio en segundo, que ayuda en el más vertical de los sentidos.
Y ayuda porque no estoy en el jolgorio, y tampoco participo demasiado de cierta banalización de la poesía. Como sabemos, eso tiene precio, y desgasta.
Permitime un abrazo.
Nos leemos.

Carlos

21 de diciembre de 2017, 8:42  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Gracias por este extenso, descarnado, innegable poema. Un lujo.

Claudio Simiz

22 de diciembre de 2017, 9:02  

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