Poema de Norma Etcheverry
Debí quedarme en casa no salir
al camino la tierra
se partía en dos
bajo la mesada el fuego
donde las cacerolas crepitaban
¿era un pequeño infierno o era
el lecho de Ariadna?
No debí jamás espiar por la mirilla y ver el mundo
aunque eso fue mucho
antes
del enigma
algo sucedió entre las carnes del océano
que resultó
asfixiante
hice un tajo consciente con mis uñas de feto y rasgué
el velo oscuro
y vi todo
y ya no pude volverme ciega y quise ahogarme
y no pude
dejé de respirar y aún así la vida me aspiró
desesperadamente
a causa de la muerte
elegi las palabras como un maleficio
“me quedaré en tu abrazo para siempre
ciega para siempre”
pero ella me expulsó
de la tibieza
entornado el ojo en la curiosa desfachatez
del suicidio volvió
a enhebrar filosas palabras en mi lengua
su abrazo me dolía y sin embargo eran mis propias uñas
escarbándome el alma.
Debí quedarme al calor de las hornallas
cocinar con especias sabores de este mundo
ordenar mi cabeza con tinturas fosforescentes
y flores
amar la luz artificial
pero no pude
no pude ser más fuerte que yo misma y me lastimé
las manos y los pies hasta saltar el cerco de la superficie
y caer
ahora hace tanto tiempo que caigo en la cuenca ilusoria
lo deshabitado me rodea
un soplo de materia me retiene en este laberinto adonde
nunca doy con el fondo de mí.
© Norma Etcheverry
3 comentarios:
Poemazo, Norma, muy bueno, de alto vuelo!! Gracias por compartir, abrazo!!
Un poema para sentirlo y para pensar. El laberinto que retiene, la cuenca ilusoria... Buen poema Norma. Cecilia Glanzmann
Puse un comentario. Confío en que ya pueda hacerlo, Gustavo! Abrazo grande! Cecilia Glanzmann
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