23/12/15

Poema de María Ángeles Pérez López



La sombra de la tierra,
la inicial, la ennegrecida,
fermentada por el humus feliz
del nacimiento,
ocupa la dilatada posesión
del tiempo en que no somos,
en que andamos, rumiados,
en la imprecisa coordenada del deseo
de ser y estar que son nuestra condena,
los dos al mismo tiempo, necesarios
hermanos cada día, inaguantables
en su riña, en su celo, su avaricia.

La misma negra tierra que atesora la lágrima,
que atesora con prisa el suspiro,
oleaje,
que especula la justa proporción
de sales minerales, de tesoro
nutriente como el aire, como el beso.

La misma que remonta del invierno,
del tiempo de la infamia, el de la dicha,
la misma que remonta del manantial oculto
con su carga preciosísima de líquido,
la que nace del padre, su batalla
al inicio del amor y de la historia.



© María Ángeles Pérez López

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1 comentarios:

Blogger Centro de Estudios Teológicos Dietrich Bonhöeffer ha dicho...

Este texto de María Ángeles nos refiere la terredad amorosa propia de su trabajo poético. ¡Enhorabuena!

27 de diciembre de 2015, 7:34  

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