Poema de Paulina Vinderman

Música para corresponsales 

Nos encontramos casi al final de una guerra

                                     a la que nadie importa

en un pueblo minúsculo de aire medieval.

Roca sobre roca sobre roca

y una cabra perdida entre los escombros.

Te regalo mi último cigarrillo y un pedazo

mordido de chocolate.

Soñamos con un baño caliente.

Soñamos con la muerte por congelación.

¿A quién importan de verdad, tus fotos y mi pluma?

Nada cambia; la vida es este agua sucia

                                    que corre por el mundo.

Agua sucia y un fósforo ante el hombre sin edad

que mientras agoniza consume tus calmantes.

Volveré sorda para siempre.

Morirás meses después.

No alcancé a preguntarte si hubo jardines

en tu vida.

(esta oscuridad nos libra de nuestras historias,

nos desmantela, nos traiciona de frente.)

Contra el cielo de laca negra

los fogonazos bailan el horror.

"Fear?

"No, te digo, such of monsters we are"

y veo tu sonrisa por primera vez:

una mueca prehistórica en un mar de arrugas.

Como un perfume, la falta de miedo

traspasa el corazón, como una peste del siglo XII.

El resto del mundo carece de existencia,

el resto del mundo es el chillido del búho

que no alcanzamos a oír, el sueño

que no recordaremos por la mañana.

El sendero abstracto de un arqueólogo

en busca de una visión.

© Paulina Vinderman