20/5/15

Texto de Víctor Hugo Valledor


En muchas ocasiones el árbol es el bosque y el bosque es el árbol.
Nada queda estable mientras los giros del planeta sean inestables.
Somos criaturas del miedo. Somos niños asombrados que aún miramos pasar al cometa y nos refugiamos en la caverna moderna con cerrojos de mimbre.
La pradera es un piano que duerme su siesta en almohadones de espacio.
La calle es el sendero que se bifurca en el bosque. Más allá la cascada se recuesta sobre su espalda y la vemos enrejada.
El fuego era la luz. La luz era el que poseía el fuego.
Desde la lejanía se observan destrucciones irreparables.
Desde la cercanía podemos observar que el hombre devora su presa sin comprender que se devora.


© Víctor Hugo Valledor

5 comentarios:

Anonymous Milagros Rodríguez ha dicho...

Víctor, un extraordinario poema...te deja pensando

23 de mayo de 2015, 18:13  
Blogger Nerina Thomas ha dicho...

Cuánta realidad cotidiana Víctor. la misma que nos sobrepasa, nos preocupa,. Has escrito un poema que debemos releer todos.
Gracias
Un abrazo

23 de mayo de 2015, 22:44  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Un aplauso para la poesía que sabe volar sin perder el rumbo ni su terrenidad. Muy bueno.

Claudio Simiz

31 de mayo de 2015, 10:16  
Anonymous Anónimo ha dicho...


Me gusta ese plan de rey midas de convertir todo lo que se toca en poesía. Y mejor aún, lograrlo.
muy Bien
Walter

31 de mayo de 2015, 14:09  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Vuelo real que se posa fantásticamente en tu poema Víctor.Abrazo en luz. Mary Acosta

2 de junio de 2015, 21:45  

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