23/12/14

Poema de Darío Paiva

  
Agua.


 III.


Desnudar la piel, 
como un naufrago en la quietud. 
Desesperar con todo el cuerpo. 
Recibir el rocío. 
Ser una sombra más 
en la incertidumbre queriendo amanecer. 

Una aproximación a la certeza o un simple obstáculo a la creencia… 
...Y la luna, 
 se volvió en un enorme manto sobre mí, 
todo era caos. 
Busque al hombre ciego, 
de hermosa melodía, 
para besar sus manos. 
 -Señor, he velado mis muertos, 
he sepultado mi infancia en un extremo del jardín... 
cuando todo se detiene bruscamente en el aire, 
hay un despertar; 
hay nombres que aun me resuenan dulces como metralla; 
y no sé, no puedo partir de mi, 
de esto que me contiene, que dice ser yo. 
Es entonces cuando la luna vuelca su manto... 
-Señor, cuál es el juego. 
-No hay juego. 
-La luz es violenta Señor, me duelen los ojos, 
no siento ya la boca bebiendo de mis palabras. 
-No hay boca, solo tus palabras...



© Darío Paiva

2 comentarios:

Blogger Liliana ha dicho...


Desesperar con todo el cuerpo, cómo me gustó eso....y el poema , hasta el final.

Lily Chavez

24 de diciembre de 2014, 0:12  
Blogger Leonor Mauvecin ha dicho...

Hermoso poema , y ese diálogo con lo eterno donde queda solo la palabra fecunda. Gracias

6 de enero de 2015, 20:45  

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