Agua.
III.
Desnudar la piel,
como un naufrago en la quietud.
Desesperar con todo el cuerpo.
Recibir el rocío.
Ser una sombra más
en la incertidumbre queriendo amanecer.
Una aproximación a la certeza o un simple obstáculo a la
creencia…
...Y la luna,
se volvió en un
enorme manto sobre mí,
todo era caos.
Busque al hombre ciego,
de hermosa melodía,
para besar sus manos.
-Señor, he velado mis
muertos,
he sepultado mi infancia en un extremo del jardín...
cuando todo se detiene bruscamente en el aire,
hay un despertar;
hay nombres que aun me resuenan dulces como metralla;
y no sé, no puedo partir de mi,
de esto que me contiene, que dice ser yo.
Es entonces cuando la luna vuelca su manto...
-Señor, cuál es el juego.
-No hay juego.
-La luz es violenta Señor, me duelen los ojos,
no siento ya la boca bebiendo de mis palabras.
-No hay boca, solo tus palabras...
© Darío Paiva
ResponderEliminarDesesperar con todo el cuerpo, cómo me gustó eso....y el poema , hasta el final.
Lily Chavez
Hermoso poema , y ese diálogo con lo eterno donde queda solo la palabra fecunda. Gracias
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