Poema de Paulina Vinderman
El árbol amarillo brilla en la luz oblicua
del otoño
en un esplendor sobrenatural.
Le da belleza a la estación de servicio, a la mirada ausente
del hombre sin edad envuelto en su frazada,
y a mí,
que camino todavía como si pudiera elegir un color
en este mundo.
Las batallas no tienen guerreros.
El último amor no tiene otra ventana
que el vidrio borroso (porque es el último.)
El hielo quema, el hielo puede ser
la más dulce de las muertes.
No quiero ser, no quiero que el árbol sea
símbolo de nada.
Quiero que sea lo que es, y no poder apresarlo.
Y que la derrota diagrame al fin mi lugar
porque es el lugar del poema
y allí vivo como si viviera, en tornasombra.
© Paulina Vinderman
6 comentarios:
Bello poema, Paulina! Destaco algo que me impactó especialmente: "Quiero que sea lo que es, y no poder apresarlo".Precioso: para mí la poesía es ese anhelo que no se logra, afortunadamente, y por eso se relanza una y otra vez.
Lo disfruté mucho. Gracias!
Amalia Zacoutegui
Yo me recreé en la belleza de las imágenes y la hondura del pensamiento, poema para atesorar.
Un abrazo
Betty
Paulina:
bello poema. El poeta creo que está hecho como para soñar que, quizá, algún día, "pueda elegir el color" y dejarlo plasmado en sus versos.
Un abrazo,
Gra Bucci
Excelente la última estrofa, tocaya. Un abrazo.
precioso...
Muy bueno.
Un decir deseo y un sentir distinto. la imaginación presente en tus versos.
Abrazo
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio