29/9/12

Poema de Raquel Fernández



 

JUEVES DE CENIZA

                   A Patricia


La muerta,
la muertita,
 tenía una brújula de sal entre los labios.
El norte de la tierra severa.
La promesa de arcilla fría.

La muerta,
la muertita,
tan verde
como la clorofila sin objeto
de un trébol amputado,
tan sola
en la trinchera de los dientes.

Le lavaron los pies en silencio
(para que no la rasparan las palabras).
Le midieron el sudor y el asco
(le olfatearon la ausencia).
La cubrieron de flores,
de polvo,
de insectos ambiciosos
(no más sangre para ella, pobrecita,
no más corazón bombeando peces rojos
no más promesas rojas a la altura del pubis).

La muerta,
la muertita,
se durmió en sus laureles.

Muchos años después,
un Jueves de Ceniza,
yo me acordé de ella.
Me acordé de lo linda que era
cuando se reía.


© Raquel Fernández

3 comentarios:

Blogger Gastón Sequeira ha dicho...

Sinceramente, este es uno de los mejores poemas que he leído en este maravilloso sitio. Si bien hace no mucho que rondo por estos lares, este texto es magnífico. Me llego completo. Felicitaciones. Un abrazo. Gastón

29 de septiembre de 2012, 14:33  
Blogger ©Claudia Isabel ha dicho...

Un poema genial, y siempre a la altura de la gran poeta que sos
Un abrazo

30 de septiembre de 2012, 12:49  
Blogger Isabel ha dicho...

La molesta presencia de la muerte en cada muerto que nos la recuerda. La muerte joven, reacia a aceptar nuestros pobres ritos mortuorios. La huida a la indiferencia. La posibilidad de hacerla vivir en el recuerdo, un recuerdo joven de los que quedaron a mitad de3 camino o @llegaron primero" como dice Borges.
Un gran poema sobre un tema tsbú:¿cómo encarar la muerte con sinceridad, qué hacer por los muertos?
UN ABRAZO
Isabel Llorca Bosco

18 de octubre de 2012, 17:44  

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