15/8/12

Prosa de María Teresa Andruetto


Películas

En mi pueblo había un cine. El dueño saludaba
a los vecinos como un cura a la entrada de su iglesia
y era el cine, en verdad, como una iglesia
a la que íbamos, por la tarde, los domingos. Estaba
sobre la ruta, frente a los trenes que cruzaban
la llanura. Por el veredón paseaban las parejas
con cucuruchos de helado y escuchaban los hombres
el partido en pantalón de baño y camiseta. En el atrio
había un kiosco y en el kiosco una mujer vendía
titas y rodhesias. Con vestidos de piqué, los domingos
por la tarde las dos íbamos al cine, a ver a Marisol,
a Doris Day, a Joselito. Un día no llegaron
las películas y pasaron un drama en blanco y negro.
Recuerdo a la salida la cabeza borracha, el veredón
donde arrastraban su tedio las parejas, los hombres
traspirando sus camisetas de tira y los camiones
que rugían por la ruta, con las luces encendidas,
las primeras de la noche que llegaba.

© María Teresa Andruetto

4 comentarios:

Anonymous betty badaui ha dicho...

Buenos recuerdos en un buen poema
Abrazos
Betty

18 de agosto de 2012, 15:29  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Tu voz me dice todo esto al oído, y yo sé que es verdad que la Andruetto no miente y me quedo sonriendo, como un niño cuando le contaron un hermoso cuento.

Lily Chavez

21 de agosto de 2012, 9:23  
Blogger Adriana ha dicho...

Un hermoso poema, que, para mí, poetiza la pérdida de la inocencia. El clima no es el mismo, después del drama en blanco y negro: la cabeza está borracha, los camiones rugen, y la armonía cede el paso al tedio y a la noche. Me gustó mucho. Un beso grande. Adriana Maggio

21 de agosto de 2012, 12:45  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Coincido con Adriana, poema expresionista, apabullante en la sencillez de su evocación.

Claudio Simiz

22 de agosto de 2012, 13:38  

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