Poema de Hugo Francisco Rivella
Escuché las canciones que cantaba mi madre cuando estaba en
su vientre
y escuché a las mujeres tejer con retazos la manta de mi
cuna
esta flor el arabesco la guirnalda de seda
cada una tejía algodones y sueños en esa ronda inmensa del
patio de mi casa
la oreja fue el dibujo de un camino que viajaba hacia mí
al adentro a un túnel de melaza al fantasma extraño de la
noche
el yunque y un martillo sonoro en equilibrio con los primeros
pasos
las orejas de oír a la distancia los ayes sin final del
torturado el que reza o murmura palabras porque sabe que la horca se cierra en
su garganta lo asfixia
y sin siquiera darse cuenta se lo traga
la oreja del baqueano contra el suelo escuchando galopar
hasta la niebla
los caballos del muerto que regresa a temblar en la piel de
Garabombo
la oreja que descifra la señal del corazón toc toc y da
resguardo a la música
que silba el presidiario
la oreja de escuchar como en silencio la palabra va urdiendo
mi destino
© Hugo Francisco Rivella
Etiquetas: Hugo Francisco Rivella
1 comentarios:
Excelente, felicitaciones.
Anahi Duzevich Bezoz
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