14/7/25

Poema de Darío Oliva

 

PITADAS 

 

¿Con qué decencia dejo caer la birome,

carcomida por el humo del insomnio,

hasta el acordonado precipicio de las zapatillas?

¿con qué humor dejo que el frío

cuele sus ojos por la ventana

y haga de mi piel papel de lija,

mientras intento el poema

que me excuse del día y me permita

defenderlo de su rutina

bosquejada en las cenizas?

 

El tiempo fuma esta persistencia,

y me aleja del desolado corazón

de las camisas. No hurga el despertador

en mis entrañas. Ya no perfuma la mañana

el aerosol de propaganda, ni el café se me va

de la boca hasta las venas.

Ni en la oficina preguntan

por expedientes que despaché

                          mientras dormía.

 

En absoluto cambió mi vida:

ocupo las horas en mentirme

con palabras prestadas,

tomo otra vez la lapicera

y la hundo con frenesí

en el empedrado sombrío de este poema

para no ser otro desempleado número

que busca ubicación en los clasificados

de un diario pesimista y aturdido como todos.

 

Dejo de creer en Dios

y apago el velador de la pieza.

En la mesita de luz

soy otro cigarrillo que se quema.

 

© Darío Oliva

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