Poema de Carlos J. Aldazábal
Monte (Tayhi)
En el horizonte divisé un resplandor.
Pudo ser el amanecer o la tarde, pero no era nada de eso.
Se trataba del límite del monte,
y en esa playa que daba al río
el límite era una chispa que salpicaba la oscuridad.
Porque en la noche el espíritu del monte dice
“Visionario sereno, te entrego estas imágenes”,
y su decir es una explicación de algún misterio,
y ese misterio es parte de su espíritu,
cerrazón donde los monos se aparean,
donde el puma caza, y la lampalagua hace la digestión.
En el monte las luciérnagas se sonrojan y se ocultan,
discretas ante la levedad de la corzuela.
Y en el monte las lechuzas desenrollan
la sabiduría de la oscuridad,
de lo que no se comprende pero se presiente.
“Visionario sereno, te entrego estas imágenes”.
Y un pavor llenó mi alma. Y los espíritus hablaron por mi
boca.
Y temblé y tuve odio, y tuve hambre y pena,
y me arrastraba moribundo por mi propia premonición.
Yo era el monte, y entraba en mi agonía,
desahuciado, hundido, terriblemente solo,
abandonado en la soledad de lo que muere.
© Carlos J. Aldazábal
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