Pequeño Amor
Tu dedo allí
no es tu dedo
allí
no te creas
es el tajo del
aire y su incisión inversosímil en la piedra
que se despierta
abre los párpados
y ve
descubre la
cuestión intimista de su condición de piedra
el ojo trémulo de
un gallo en el viso de su lomo
razón primera y
última de su cacareo profético
la piedra queda
piedra
brillante su lomo
abierto
pero yo te miro y
te digo que tu dedo allí
no es tu dedo
allí
no te creas
es el trozo
suelto de mi fruta
lima sigilosa que
raspa
y enloquece
yo te miro y te
digo
que así
podés podrías
que tu dedo allí
no es tu dedo allí
sino la negación
del mordisco
que de tanto
recato se priva del jugo.
© José Emilio Tallarico
I
Entre la
predicción y el relato
se yergue una
mujer de sal.
Seremos perpetuos
satélites
de su ojo
imantado.
II
Ése es el vientre
oscuro del cetáceo: respira.
Más allá,
Diógenes, en cuclillas,
posa junto a una
higuera fantasmal.
Victoria de
Samotracia salmodia dentro de mi cerebro.
En un grillete
todavía hay restos de sangre de Villon.
¿Se ve algo más?
Llamamos
perspectiva a los trazos que extravió la verdad
cuando venía
hacia nosotros.
© Romina Funes
Gracias por este hermoso poema de Tallarico que no conocía, me encantó!
ResponderEliminar¡Oh!, advierto poema de Tallarico, a quien también yo he elegido para recordar en Mis poetas contemporáneos.
ResponderEliminarR.
José Emilio Tallarico: Precioso poema, la belleza de un íntimo momento.
ResponderEliminarRomina Funes: gracias por la magia de sus letras.