18/10/25

Poema de Águeda Franco

 

 

Cada mañana

con un rumor de huesos perforados

abandona su cama

y va al cuarto del hijo.

Lo ve dormir

náufrago a la deriva de sí mismo

abandonado por los buenos vientos.

Treinta años tiene el hijo

pero no se da cuenta.

Una larga rutina montada en el silencio

es lo que los mantiene

Palabras sin sonidos

deshilachadas como lluvia

caminos que se borran

para sus desencuentros.

 

Hace tiempo la madre empezó a envejecer.

El hijo no lo sabe.

La mujer cada día

deja vagar los ojos sobre su hijo náufrago.

Y siente que el cansancio

le gana la pulseada.

Tal vez el hijo

inmune a la misma realidad

no se despierte nunca.

                                                                         

© Águeda Franco

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