Poema de Águeda Franco
Cada mañana
con un rumor de huesos perforados
abandona su cama
y va al cuarto del hijo.
Lo ve dormir
náufrago a la deriva de sí mismo
abandonado por los buenos vientos.
Treinta años tiene el hijo
pero no se da cuenta.
Una larga rutina montada en el silencio
es lo que los mantiene
Palabras sin sonidos
deshilachadas como lluvia
caminos que se borran
para sus desencuentros.
Hace tiempo la madre empezó a envejecer.
El hijo no lo sabe.
La mujer cada día
deja vagar los ojos sobre su hijo náufrago.
Y siente que el cansancio
le gana la pulseada.
Tal vez el hijo
inmune a la misma realidad
no se despierte nunca.
© Águeda Franco
Etiquetas: Águeda Franco
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