Texto de María Soledad Gutierrez Eguía
LA NIÑA DEL TEJADO
Yo que me sé sola. Yo que me injurio pegada a los párpados
del puño que da el golpe. Yo que “nunca necesite de mí”, que resigné mi nombre
frente al mundo. ¿Perfume a qué?
Yo que me extraigo de mí con el grito insumido en los
vientos y me escondo con la inocencia de la niña del tejado. ¡No quería crecer!
Ella tampoco. ¿Por qué sostenerme en el verde, en los pájaros con hambre que
nadie se atreve a ver? Ellos también sueñan, los he visto.
¿Por qué la mirada hacia nada que sabía? ¿Por qué me sabía
antes de todo? Existía con la violencia de la verdad destructora. Me vivía
acurrucada; no me compensó ningún olvido. Yo no sé olvidar.
Me revelo al mundo cuando insisto en consumar el tiempo que
se abre entre mi nombre y la boca que lo nombra. Me recuerdo en la angustia de
la que soy en todo el cuerpo. He tenido que aprender a sobrellevarme.
¿Por qué no me ovillo en el bolsillo del vacío y reposo
infinita bajo el rostro de la ausencia?
Alguien me dibujó en el silencio y es dentro de mí donde los
pájaros se enardecen.
Negros
pájaros en la noche; manos crispadas blandiendo sus alas.
© María Soledad Gutierrez Eguía
Etiquetas: María Soledad Gutierrez Eguía
2 comentarios:
Gus, ¡gracias!
Como siempre, original y potente tu poesia. Me gusta tu estilo. Pauli
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