Poema de Josefina Bravo
TRUENOMAR
Cada vez que aparecés, incomodás a la gente.
¿Cómo sabés?
Yo misma me inquieto. Te ponés rara, empezás a mirar sin
decir nada.
No se me ocurre qué decir.
Es un silencio insoportable, me recuerda al timbre en la
oreja después de una noche de baile.
Lo siento.
Y esa risita.
Odiosa.
Otras veces hablás un montón.
Sí, es como si fuera otra.
Me gustás esas veces.
A mí también. Esos días el mundo me parece un lugar seguro.
¿Y qué cambia entonces?
Son las bestias del miedo, me atormentan: abren sus fauces,
enseñan sus babas y su filo de furia. Hasta simulan mirarme y reírse de mí.
Solo están en tu cabeza.
Esos días me siento una pluma en medio de una tormenta de
viento y lluvia.
Vulnerable.
Diminuta.
Es que a veces sos tan distinta, te ves tan fuerte, tan
segura.
Es la fuerza del mar, de la ola que crece.
¿Y rompe?
No, no, tiene cada vez más fuerza.
Una bestia.
No lo había pensado de esa forma.
¿A quién atormentás?
Jamás.
Sos más feliz.
Lo afirmo.
Suelo pensarme bestia el resto del tiempo.
Y cuando te ataco.
No es mi versión favorita pero es parte de quien soy,
aparecer e incomodarnos.
Lo sé. Te perdono.
A veces tu silencio es un regazo.
Nada más que decir.
© Josefina Bravo
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