3/3/25

Poema de Diego E. Suárez

 


  EL ESPEJO DE MADERA 

 

En la avenida

vimos ascender a un hombre.

Abrazaba una guitarra.

Se acercó al oído del chofer,

se deshizo en disculpas

y nos empezó a cantar.

 

Cruzamos el puente al son

de cumbias románticas

arremolinándose en el viento

que entraba por las ventanillas

y agitaba cortinas de mala vida.

 

Ese hombre sensible

pidió una colaboración

y dio las gracias

a las manos que aplaudieron

y a las que le entregaron algo,

su bendición.

 

Ese hombre sensible

tocó timbre y al bajar

lo atropelló una moto.

 

La guitarra

fue un espejo de madera

haciéndose trizas

bajo las ruedas del cole,

que siguió su recorrido

con suma indiferencia,

es decir, con total

normalidad.

 

© Diego E. Suárez

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