Rueda un lápiz en mi pecho dibuja
una sombra de cigüeña una fruta amarga
una muerte escondida
Ojos se aclaran con un gesto célibe
que sonríe debajo del hábito
donde ella oculta votos aturdimiento
y su propio martirio.
Hago un acto de contrición con gesto de geisha
que se resiste al mandato.
Rueda un lápiz en mi pecho borra
la osadía borra mi talento para amar
lo inesperado para correr detrás de Dios.
Resigno un puñado de hambre
y me proclamo pero nadie escucha.
La misericordia ignora mi arrogancia
y mi culpa. Mi grandísima culpa.
© María Marta Donnet
Una maravilla tu palabra querida poeta! Abrazos litorales!
ResponderEliminarUna poeta que sabe expresar la angustia existencial con la fuerza necesaria para flotar diciendo.
ResponderEliminarSiempre es un timbre para quien quiera y pueda, siempre para celebrar su palabra. No se la pierdan.